“A pesar de todo lo que nos dicen, vivimos en un mundo cada vez más desmaterializado donde cada vez más valor reside en elementos intangibles (aplicaciones, redes y servicios en línea), el mundo físico sigue sustentando todo lo demás”. Así comienza Ed Conway, editor de economía de Sky TV, en su fascinante libro, Material World.
Su tema subyacente es que “cuando echas un vistazo a los balances de nuestras economías, se advierte que, por ejemplo, cuatro de cada cinco dólares generados en Estados Unidos se remontan al sector de servicios y una fracción cada vez menor se atribuye a a la energía, la minería y la manufactura”.
“Casi todo, desde las redes sociales hasta el comercio minorista y los servicios financieros, depende totalmente de la infraestructura física que lo facilita y de la energía que lo impulsa. Pero, sin hormigón, cobre y fibra óptica no habría centros de datos, ni electricidad, ni internet. El mundo, me atrevo a decir, no se acabaría si Twitter o Instagram dejaran de existir repentinamente. Sin embargo, si de repente nos quedáramos sin acero o gas natural, la historia sería muy diferente”.
La división que hace Conway entre material e inmaterial no es correcta. Como hemos demostrado G. Carchedi y yo en nuestro libro Capitalismo del siglo XXI, los productos del trabajo mental son tan materiales como las cosas que objetivamente están fuera de nuestra mente.
Las ideas pueden convertirse en uso material y mercantilizarse para obtener capital. De hecho, como argumentó Marx, no se trata que estas ideas materiales clave dejen de existir, sino que seguirán actuando porque si no se aplica ningún trabajo humano para usarlos, eso significaría el fin del mundo.
Sin embargo, cuando uno lee el libro de Conway, recuerda que todo lo que se dice acerca de los “intangibles” son ahora la forma más importante de inversión de los capitalistas y que podemos tener un “capitalismo sin capital” es una tontería o es una realidad limitada al mundo financiarizado de Estados Unidos y otras economías del G7. La mayor parte de la economía mundial todavía se basa en la producción de cosas, “cosas” que pueden convertirse en mercancías a partir del trabajo de miles de millones.
“Es un lugar bastante encantador el mundo de ideas. En ese mundo etéreo vendemos servicios, gestión y administración; creamos aplicaciones y sitios web; transferimos dinero de una columna a otra; comerciamos con consejos y utilizamos los móviles hasta para entrega de comida. Si en el otro lado del planeta se están derribando montañas, esto no parece especialmente relevante en el mundo etéreo de occidente”.
Y, sin embargo, Conway señala que en 2019, el mundo extrajo y explotó más materiales de la superficie terrestre que la suma total de todo lo que extrajimos desde los albores de la humanidad:
“En un solo año extrajimos más recursos que la humanidad en la gran mayoría de su historia, desde los primeros días de la minería hasta la revolución industrial, con guerras mundiales incluidas”.
Si bien el consumo de materiales está cayendo en naciones postindustriales como Estados Unidos y el Reino Unido, en el otro lado del mundo -en los países donde los estadounidenses y los británicos importan la mayoría de sus productos- la elaboración material está aumentando a un ritmo vertiginoso.
Y estos recursos no son sólo materiales energéticos. El petróleo y otros combustibles fósiles sólo representan una fracción de la masa total de recursos. Por cada tonelada de combustibles fósiles, el mundo extrae seis toneladas de otros materiales, principalmente arena y piedra, pero también metales, sales y productos químicos. Conway observa que “las cosas importan” para el capital y los gobiernos que lo representan.
El mundo material, como lo llama Conway, está por detrás de la economía global: “mezcla arena y piedras con cemento, añade un poco de agua y tendrás hormigón, el material fundamental de las ciudades modernas. Añádele grava y betún y tendrás asfalto, del que están hechas la mayoría de las carreteras, es decir, aquellas que no están hechas de hormigón. Sin silicio no podríamos fabricar los chips de las computadoras que sustentan el mundo moderno. Derrita arena a una temperatura suficientemente alta con los aditivos adecuados y obtendrás vidrio. Resulta que el vidrio es uno de los grandes misterios de la ciencia de los materiales; líquido o sólido tiene una estructura atómica que aún no entendemos del todo. Y el vidrio que tienes en el parabrisas es sólo el comienzo, ya que, tejido acompañado de resina, el vidrio se convierte en fibra de vidrio: la sustancia con la que se fabrican las palas de las turbinas eólicas. Refinado en alambres, se convierte en la fibra óptica con la que se teje Internet. Agreguémoslos litio a la mezcla y obtendrá un vidrio fuerte y resistente; agréguele boro y obtendrá algo llamado vidrio borosilicato”.
Conway destaca sólo seis materiales clave que impulsan la economía mundial en el siglo XXI: arena, sal, hierro, cobre, petróleo y litio. Son los más utilizados y los más difíciles de sustituir. El libro de Conway nos lleva en un viaje por la historia y la tecnología en torno a estos recursos fundamentales.
Con la simple arena, fabricamos todo tipo de productos, con el vidrio elaboramos hasta la fibra óptica: “es fácil convencernos que hemos desmaterializado el mundo con la era de la información. Sin embargo, nada de esto (videollamadas, búsquedas en Internet, correo electrónico, servidores en la nube, streaming) sería posible sin algo muy físico”.
Y de la arena surge el cemento: “actualmente hay más de 80 toneladas de hormigón en este planeta por cada persona viva, unas 650 gigatoneladas en total. Eso es más que el peso combinado de cada ser vivo del planeta: cada vaca, cada árbol, cada ser humano, planta, animal, bacteria y organismo unicelular. Luego está el silicio en la arena. Tiene propiedades únicas que le permiten convertirse en vidrio; no sólo es lo suficientemente fuerte como para sostener edificios en forma de concreto; y es el material clave para los semiconductores”.
Este es uno de los factores de una de las contradicciones de la producción de materias primas por parte del capital. La propiedad y el control de arena, vidrio, cemento y silicio se concentran en unas pocas empresas. Por ejemplo, TSMC, una empresa taiwanesa, fabrica los procesadores ideados por Apple, Tesla, Nvidia o Qualcomm. Ahora son las empresas más valiosas del mundo.
Solo hay un puñado de empresas capaces de fabricar chips de silicio perfectas y sólo hay un sitio en el mundo capaz de fabricar arena de cuarzo para los crisoles donde se cristalizan esas mini-estructuras. Todo esto no sólo conduce a la concentración de la riqueza en unas pocas manos sino también al conflicto político.
Una cuestión de seguridad
La Corporación estadounidense Spruce Pine tiene una posición hegemónica en la producción de silicio para microchips: “pero si sobrevolamos las minas de Spruce Pine con un avión fumigador cargado con un polvo especial, podríamos acabar con la producción mundial de semiconductores y paneles solares en seis meses”.
Y la producción de semiconductores está en el centro de la guerra de chips que se está gestando entre Estados Unidos y China, es el principal esfuerzo del imperialismo estadounidense para estrangular la economía china.
Y luego está el calentamiento global, que Conway no duda en recordarnos. “La maldición del hormigón es que es uno de los mayores emisores de carbono del planeta. A pesar de toda la atención se presta a otras fuentes de gases de efecto invernadero (como la aviación o la deforestación), la producción de cemento genera más CO2 que esos dos sectores combinados. La producción de cemento representa un asombroso 7-8 por ciento de todas las emisiones de carbono”.
Con la sal, Conway muestra que producimos sustancias químicas clave: la utilizamos para producir soda cáustica que nos permite fabricar papel, aluminio, y lo más importante el polo alcalino sirve para fabricar jabón y detergentes. Sin soda cáustica, no habría papel, y sin cloruro de hidrógeno no existirían paneles solares ni chips de silicio. Además está el cloro que purifica nuestra agua.
Pasamos al hierro y el acero, Conway nos recuerda que estos son los metales definitivos que pueden fundirse y darles todo tipo de formas. Y lo más esencial de todo, se pueden convertir en herramientas. Ningún otro metal es tan útil ni ofrece la misma combinación de resistencia, durabilidad y disponibilidad.
Ahora, si vives en una economía desarrollada como Estados Unidos, Japón, el Reino Unido o la mayor parte de Europa, tienes aproximadamente 15 toneladas de acero por persona en los automóviles, hogares, hospitales y escuelas, en los clips de tu oficina y en los armamentos de tu nación.
De hecho, Conway señala que el acero es una buena medida para explicar los niveles de vida y las diferencias tecnológicas entre las naciones. En contraste con los niveles del mundo rico de 15 toneladas por persona, la persona promedio en la China de hoy es de 7 toneladas de acero.
La persona promedio que vive en el África subsahariana tiene menos de una tonelada de acero per cápita: “hablamos frecuentemente de brechas de ingresos entre naciones, pero ¿qué pasa con la desigualdad en el consumo de silicio, de fertilizantes, de cobre y la desigualdad en la utilización del acero?”.
Luego está el cobre. “Sin él, literalmente nos quedamos en la oscuridad. Si el acero proporciona el esqueleto de nuestro mundo y el hormigón su carne, entonces el cobre es el sistema nervioso de la civilización, sin esos circuitos y cables, que nunca vemos, el mundo no podría funcionar”. No podemos producir ni distribuir electricidad sin cobre. Incluso los paneles solares contienen grandes cantidades de cobre. En resumen, si tiene corriente eléctrica es gracias al cobre.
El cobre se extrae en algunos de los países más pobres del mundo y su uso y producción están controlados por empresas con sede en los países más ricos del mundo.
La cadena de valor agregado desde la minería del cobre hasta los productos de consumo moderno está en manos de los mismos: “los iPhones de hoy son mucho más potentes que las computadoras de los sistemas del Apolo que llevaron al hombre a la luna, o de las que se encuentran en una computadora portátil. Si, el cobre sigue siendo fundamental”.
Conway señala dos cosas que la teoría del valor de Marx predijo: “a medida que aumenta la cantidad de cosas que extraemos del suelo y las convertimos en productos, la proporción de personas necesarias para que esto suceda disminuye inexorablemente”.
Por tanto, hay un aumento continuo en lo que Marx llamó la composición orgánica del capital. Y el otro factor determinante es que la producción capitalista no tiene en cuenta lo que los economistas neoclásicos llaman “externalidades”, fenómeno también llamado en su jerga “daños colaterales” para medio ambiente y los humanos.
“No hay cuentas medioambientales ni análisis de flujo de materiales, que cuenten el uso de estos recursos de la naturaleza. Incluso cuando las Naciones Unidas hablan sobre cuánto está afectando a los humanos y al planeta el cambio climático, una simple roca aparentemente estéril no cuenta”.
De hecho, Conway analiza la contradicción entre la búsqueda de más recursos materiales y su impacto en el medio ambiente. “Reducir nuestra huella de carbono significará aumentar nuestra huella de consumo de cobre. La buena noticia es que parte de eso puede provenir del reciclaje. La mala noticia es que incluso si reciclamos prácticamente todo lo que podamos de tuberías y cables viejos, todavía nos quedaríamos desesperadamente escasos de lo que necesitamos”.
La misma cuestión se aplica a los combustibles fósiles. Conway señala que justo antes que ocurriera la pandemia, poco más del 80 por ciento de la energía primaria del mundo procedía de combustibles fósiles: carbón, petróleo y gas.
“En el 2019 los combustibles para movilizarse solo proporcionaron el 1,5 por ciento de nuestra energía, esto significa que un kilogramo de tomates de invernadero genera hasta 3 kilogramos de emisiones de carbono. En otros términos en los últimos 13 años hemos producido más plástico que toda la producción de las industrias de la petroquímica desde que empezó a funcionar.
“Salvo algunas caídas como con la pandemia de COVID-19 en 2020 y la crisis del petróleo de principios de la década de 1970, la producción de plástico ha tendido a seguir aumentando exponencialmente”.
Conway propone invertir en innovación tecnológica para superar esta contradicción. Pero admite que “no tiene sentido pretender que esto será fácil o que se logrará sin algunos compromisos incómodos”. ¿O tal vez debería considerar algo más dramático a través de un cambio estructural en las relaciones sociales y la propiedad de los recursos del mundo?
Por último, está el litio, la base material de la producción del siglo XXI . El litio es esencial para el almacenamiento de baterías en el transporte eléctrico y para una multitud de electrodomésticos modernos que pueden funcionar sin electricidad.
Una vez más, el litio está en el centro de otra batalla por el poder económico: “las reservas de este metal se concentran en un puñado de naciones, por lo que mientras el resto del mundo entra en pánico por el dominio de China en la cadena de suministros de baterías, muchos en Beijing entran en pánico por la dependencia de China del resto del mundo para sus materias primas.
Esto nos recuerda otro aspecto de la teoría del valor de Marx en relación con las materias primas. Hay una tendencia a que el valor incorporado en las mercancías caiga a medida que aumenta la productividad del trabajo (es decir, disminuye el tiempo de trabajo promedio necesario para producir las mercancías).
Conway se refiere a la ley de Wright: cada vez que la producción de un artículo se duplica, su costo cae aproximadamente un 15 por ciento. Y ley de Wright: “ha tenido un éxito inquietante a la hora de explicar la caídas de los precios, desde los portacontenedores hasta los plásticos especializados”.
Pero siempre existe el riesgo que los precios de las materias primas aumenten y perturben la rentabilidad del capital, lo que provocará crisis de producción y afectará el nivel de vida de miles de millones de personas. Marx vio esto como un factor decisivo en la tendencia a la caída de la tasa de ganancia en la producción capitalista.
“Cuanto más se desarrolla la producción capitalista, con mayores medios para un aumento repentino e interrumpido de la proporción de capital constante, mayor es la sobreproducción relativa de capital fijo y más frecuente la subproducción de factorías y materias primas, y mayor el aumento de su precio y la reacción correspondiente” (Marx, El Capital, Vol. 3). La tasa de ganancia es, por lo tanto, inversamente proporcional al valor de las materias primas.
Como ha señalado José Tapia, las grandes transiciones tecnológicas en el uso de nuevos recursos materiales han acelerado históricamente la acumulación de capital y han frenado la caída de la tasa de ganancia. Pero, a la inversa, cualquier aumento en los precios de materias primas clave puede desencadenar graves crisis, como vimos en la crisis del petróleo de los años setenta.
En nuestro libro, El capitalismo del siglo XXI, mostramos la alta correlación inversa entre los precios de los combustibles fósiles y de las materias primas en general y la tasa de ganancia (pág.17).
Como nos recuerda Conway, “si el suministro de estos materiales no logra mantenerse incluso cuando nuestra demanda aumenta, ya sabes a dónde conduce. En 2022, por primera vez en la historia, el precio de las baterías de iones de litio (precios que, gracias a la Ley de Wright, han caído desde la década de 1990) dejó de caer y subió.
La explicación: “las preocupaciones sobre el suministro de materias primas, el litio, había hecho subir el precio del resto de los ingredientes”. Ésta es una de las causas de base en el repunte inflacionario desde el fin de la pandemia.
Conway finaliza su libro con la gran contradicción del siglo XXI: el calentamiento global y el cambio climático. ¿Cómo puede el mundo llegar al “cero neto” cuando necesita tantos recursos de materias primas? Por supuesto, Conway no añade que están controladas por unas pocas empresas gigantes y que este es el principal obstáculo para alcanzar el cero neto.
En cambio, a Conway le preocupa que el cambio a la energía renovable signifique aún más extracción de materiales básicos: “para reemplazar una pequeña turbina de gas natural, que produce 100 megavatios de electricidad, suficiente para alimentar hasta 100.000 hogares, con energía eólica se necesitarían unas 20 enormes turbinas eólicas. Para construir esas turbinas se necesitarán casi 30.000 toneladas de hierro y casi 50.000 toneladas de hormigón, además de 900 toneladas de plástico y fibra de vidrio y 540 toneladas de cobre (o tres veces más si se trata de construir un parque eólico marino)”.
“Una turbina de gas, por el contrario, necesita alrededor de 300 toneladas de hierro, 2.000 toneladas de hormigón y quizás un 50 toneladas de cobre para devanados y transformadores”. En resumen según sus cálculos, necesitaremos extraer más cobre en los próximos 22 años que en los últimos 5.000 años de historia de la humanidad”.
A principios de la década de 2010, el economista Justin Lin Yifu, ex-director del Banco Mundial vinculado al gobierno chino, predijo que la economía de China tendría al menos dos décadas más de crecimiento por encima del 8 %. Calculó que, dado que el ingreso per cápita del país en ese momento era aproximadamente del mismo nivel que el de Japón en la década de 1950 y el de Corea del Sur y Taiwán en la década de 1970, no había razón alguna para que China no pudiera replicar los éxitos anteriores de estos otros estados de Asia oriental. El optimismo de Lin fue repetido por los comentaristas occidentales. The Economist proyectó que China se convertiría en la economía más grande del mundo para 2018, superando a Estados Unidos. Otros fantaseaban con que el Partido Comunista se embarcaría en un ambicioso programa de liberalización política. En el New York Times Nicholas Kristof escribió en 2013 que Xi “encabezaría un resurgimiento de la reforma económica, y probablemente también cierta relajación política”. El cuerpo de Mao será sacado de la plaza de Tiananmen bajo su mandato. Liu Xiaobo, el escritor ganador del Premio Nobel de la Paz, será liberado de prisión’. El politólogo Edward Steinfeld también argumentó en 2010 que la aceptación de la globalización por parte de China impulsaría un proceso de “autoritarismo auto-obsolescente” similar al de Taiwán en las décadas de 1980 y 1990.
Diez años después, la ingenuidad de estos pronósticos es evidente. Incluso antes de la aparición de la COVID-19, la economía china se había desacelerado y entró en una crisis de deuda interna, visible en el colapso de importantes promotores inmobiliarios como Evergrande. Después de que Beijing levantase todas las restricciones pandémicas a fines de 2022, el repunte económico ampliamente esperado no se materializó. El desempleo juvenil se disparó por encima del 20%, superando al de todas las demás naciones del G-7 (otra estimación lo sitúa por encima del 45%). Los datos sobre comercio, precios, manufactura y crecimiento del PIB apuntan a condiciones de deterioro, una tendencia que el estímulo fiscal y monetario no ha podido revertir. The Economist ahora afirma que es posible que China nunca alcance a los EEUU, y se reconoce universalmente que Xi no es un liberal, ya que ha redoblado la intervención estatal en el sector privado y las empresas extranjeras mientras silencia las voces disidentes (incluidas las que anteriormente habían sido toleradas por el Partido).
Sería un error pensar que factores externos han alterado radicalmente las perspectivas de China. Más bien, el declive gradual del país comenzó hace más de una década. Aquellos que analizaron de cerca los datos, más allá de los bulliciosos distritos comerciales y los llamativos desarrollos de edificios, detectaron este malestar económico ya en 2008. Entonces escribí que China estaba entrando en una crisis de sobreacumulación típica. Su floreciente sector exportador había acumulado una enorme cantidad de reservas de divisas desde mediados de la década de 1990. En su sistema financiero cerrado, los exportadores deben entregar sus ganancias extranjeras al banco central, que crea el equivalente en RMB para absorber las divisas extranjeras. Esto condujo a la rápida expansión de la liquidez en RMB en la economía, principalmente en forma de préstamos bancarios. Porque el sistema bancario está estrictamente controlado por el partido-estado, con empresas estatales o relacionadas con el estado que sirven como feudos y vacas lecheras de las familias de élite: el sector estatal disfrutó de un acceso privilegiado a los préstamos bancarios estatales, que se utilizaron para impulsar una ola de inversiones. El resultado fue un aumento del empleo, un auge económico temporal y localizado y unas ganancias inesperadas para la élite. Pero esta dinámica también dejó atrás proyectos de construcción redundantes y poco rentables: apartamentos vacíos, aeropuertos infrautilizados, plantas de carbón y acerías excesivas. Eso, a su vez, resultó en una caída de las ganancias, una desaceleración del crecimiento y un empeoramiento del endeudamiento en los principales sectores de la economía.
A lo largo de la década de 2010, el partido-estado realizó periódicamente nuevos préstamos en un intento por detener la desaceleración. Pero muchas empresas simplemente aprovecharon los préstamos bancarios fáciles para refinanciar su deuda existente sin agregar nuevos gastos o inversiones a la economía. Estas empresas eventualmente se convirtieron en adictos a los préstamos; y como con cualquier adicción, se necesitaban dosis crecientes para generar efectos decrecientes. Con el tiempo, la economía perdió su dinamismo a medida que las empresas zombis se mantenían vivas solo con la deuda: un caso clásico de ‘recesión de balance’ que sacudió a Japón después de que terminó su auge a principios de la década de 1990. Sin embargo, justo cuando estos problemas se volvieron cada vez más claros para los expertos a principios de la década de 2010, fueron censurados en los medios oficiales, lo que amplificó la evaluación optimista de Lin. Mientras tanto, en el mundo occidental, una red de banqueros y ejecutivos corporativos de Wall Street tenía motivos para suprimir análisis más escépticos, ya que seguían lucrandose atrayendo inversores a China. La ilusión de un crecimiento ilimitado a alta velocidad fue la consigna en el mismo momento en que la economía entró en su crisis más grave desde el comienzo de la era de la reforma del mercado.
Pekín sabe desde hace mucho tiempo lo que debe hacerse para paliar esta crisis. Un paso obvio sería iniciar una reforma redistributiva para aumentar los ingresos de los hogares y, por lo tanto, el consumo de los hogares, que, como porcentaje del PIB, se encuentra entre los más bajos del mundo. Desde finales de los 90, ha habido llamamientos para reequilibrar la economía china a favor de un modelo de crecimiento más sostenible, reduciendo su dependencia de las exportaciones y la inversión en activos fijos como la construcción de infraestructura. Esto condujo a algunas políticas reformistas y redistributivas bajo el gobierno de Hu Jintao y Wen Jiabao de 2003–13, como la Nueva Ley de Contratos Laborales, la abolición del impuesto agrícola y la redirección de la inversión gubernamental a las regiones rurales del interior. Pero el peso de los intereses creados (empresas estatales, así como los gobiernos locales que prosperan con los contratos de construcción y los préstamos bancarios estatales que alimentan esos proyectos), y la impotencia de los grupos sociales que se beneficiarían de tal política de reequilibrio (obreros, campesinos y hogares de clase media), hizo que el reformismo no arraigara. . Los logros mínimos en la reducción de la desigualdad en el período Hu-Wen se revirtieron debidamente después de mediados de la década de 2010. Más recientemente, Xi ha dejado meridianamente claro que su ‘programa de prosperidad común’ no es un retorno al igualitarismo de la era de Mao, ni siquiera una restauración del bienestarismo. Es, más bien, una afirmación del papel paternalista del estado frente al capital: aumentar su presencia en los sectores de tecnología e inmobiliario, y alinear el espíritu empresarial privado con los intereses más amplios de la nación.
El partido-estado se ha estado preparando para las repercusiones sociales y políticas de esta terrible situación. En los discursos políticos oficiales, ‘seguridad’ se ha convertido en la palabra más pronunciada, eclipsando a ‘economía’. El liderazgo actual cree que puede sobrevivir a una recesión económica reforzando su control sobre la sociedad, erradicando las facciones de élite autónomas y adoptando una postura más asertiva en el escenario internacional en medio de una creciente tensión geopolítica, incluso si tales medidas sirven para agravar sus problemas de desarrollo. Esto ayuda a explicar la abolición de los límites del mandato presidencial en 2018, la centralización del poder en manos de Xi, la incesante campaña para erradicar las facciones del Partido en nombre de la lucha contra la corrupción, la construcción de un estado de vigilancia cada vez mayor y el cambio de los pilares de la legitimación estatal: más allá de los efectos del crecimiento económico y hacia el fervor nacionalista. El actual debilitamiento de la economía y el endurecimiento del autoritarismo no son tendencias fácilmente reversibles. Son, de hecho, el resultado lógico del desarrollo desigual y la acumulación de capital de China durante las últimas cuatro décadas. Esto significa que están aquí para quedarse.
Ho-Fung Hung es Profesor de Economía Política en la Universidad John Hopkins. Es autor de The China Boom: Why China Will Not Rule the World (Columbia University Press, 2018) y de Clash of Empires: From «Chimerica» to the «New Cold War» (Cambridge University Press, 2022), entre otros libros.
Se está perfilando una imagen relativamente precisa de lo que realmente ocurrió en la mesa de Johannesburgo
El presidente chino, Xi Jinping, definió como “históricas” todas las decisiones clave de la XV Cumbre de los BRICS celebrada en Sudáfrica. Esto puede considerarse una subestimación. El sur global, o la mayoría global, o el “globo global” (copyright del presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko), por no hablar del atónito Occidente colectivo, tardarán tiempo en comprender plenamente la enormidad de las nuevas apuestas estratégicas.
El presidente de Rusia, Vladímir Putin, por su parte, describió las negociaciones sobre la expansión de los BRICS como bastante difíciles. En la actualidad se está perfilando una imagen relativamente precisa de lo que realmente ocurrió en la mesa de Johannesburgo.
La India quería 3 nuevos miembros. China quería hasta 10. Finalmente se llegó a un compromiso, con 6 miembros: Egipto, Irán, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Argentina y Etiopía. De este modo, desde ahora los BRICS son 11. Y esto es sólo el principio.
A partir de la presidencia rotatoria rusa de los BRICS, el 1 de enero de 2024, se incluirán progresivamente más socios, y con gran certeza se anunciará una nueva ronda de miembros de pleno derecho en la cumbre de los BRICS11 que se celebrará en Kazán en octubre de 2024. Así pues, es posible que pronto avancemos hacia el BRICS20, camino del BRICS40. El G7, a efectos prácticos, se desliza hacia el olvido.
Pero lo primero es lo primero: Rusia apoyó a Egipto en la decisiva mesa de Johannesburgo.China apostó por la magia del golfo Pérsico, Irán, EAU y los saudíes. La India, por una serie de razones muy complejas, no se sentía precisamente cómoda con 3 miembros árabes/musulmanes (Arabia Saudita, EAU, Egipto).
Rusia apaciguó los temores de Nueva Delhi. Por supuesto, Irán-China ya están inmersos en una asociación estratégica, y Riad ya acepta el pago de la energía en yuanes. Brasil y China apoyaron a Argentina, vecino problemático de Brasil, que corre el riesgo de tener un gobierno derechista con su economía totalmente dolarizada, pero también un proveedor clave de materias primas para Pekín. Sudáfrica apoyó a Etiopía.
Todo lo anterior respeta los principios geográficos e imprime la noción de que los BRICS representan al sur global. Pero va mucho más allá, mezclando estrategia astuta y realpolitik realista.
India se tranquilizó porque el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, presente en Johannesburgo para negociar en nombre de Putin y muy respetado por Nueva Delhi, comprendió perfectamente que una nueva moneda única de los BRICS está muy lejos.
Lo que realmente importa, a corto y mediano plazo, es ampliar el comercio dentro de los BRICS en sus monedas nacionales. Así lo subrayó la presidenta del Nuevo Banco de Desarrollo, Dilma Rousseff, en su informe a los anfitriones de la cumbre sudafricana, incluso cuando el presidente brasileño, Lula da Silva, volvió a insistir en la importancia de crear un grupo de trabajo para debatir una moneda BRICS.
Lavrov comprendió que Nueva Delhi está absolutamente aterrorizada por las sanciones secundarias de EEUU, en caso de que su papel en los BRICS sea demasiado ambicioso. El primer ministro Modi está esencialmente dividido entre los BRICS y la obsesión imperial, completamente artificial, incrustada en la terminología Indo-Pacífico, que enmascara una nueva contención de China.
Los psicópatas neoconservadores straussianos a cargo de la política exterior estadounidense ya están furiosos porque la India compra grandes cantidades de petróleo ruso con descuento. El apoyo de Nueva Delhi a una nueva moneda de los BRICS sería interpretado en Washington como una guerra comercial sin cuartel, a la que seguirían sanciones demenciales.
En cambio, a Mohammed bin Salman de Arabia Saudita no le importa, es uno de los principales productores de energía, no un consumidor como la India, y una de sus prioridades es cortejar plenamente a su principal cliente energético, Pekín, y preparar el camino para el petroyuan.
Sólo hace falta un movimiento estratégico
Pasemos ahora a las apuestas estratégicas. A efectos prácticos, en términos euroasiáticos, el BRICS11 está en camino de apoderarse de la Ruta Marítima del Norte, el Corredor de transporte internacional Norte-Sur, la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés), el Golfo Pérsico, el Mar Rojo y el Canal de Suez. Esto combina varios corredores terrestres con varios nodos de las Rutas Marítimas de la Seda. Todo ello con un solo movimiento estratégico en el tablero geopolítico/geoeconómico.
Mucho más que un aumento del PIB colectivo del BRICS11 hasta el 36% del total mundial (ya mayor que el del G7), con el grupo abarcando ahora el 47% de la población mundial, el principal avance geopolítico y geoeconómico es cómo el BRICS11 está a punto de hacer literalmente saltar la banca en los frentes del mercado de la energía y las materias primas.
Al incorporar a Irán, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, el BRICS11 brilla instantáneamente como una potencia en petróleo y gas. Controla ya el 39% de las exportaciones mundiales de petróleo, el 45,9% de las reservas probadas y al menos el 47,6% de todo el petróleo producido en el mundo, según InfoTEK.
Con la posible incorporación de Venezuela, Argelia y Kazajistán como nuevos miembros en 2024, el BRICS11 podría controlar hasta el 90% de todo el petróleo y el gas comercializado en el mundo.
Corolario inevitable: operaciones liquidadas en divisas locales eludiendo el dólar estadounidense. Y conclusión inevitable: el petrodólar en coma. El Imperio del caos y el saqueo perderá su almuerzo de menú gratuito, así como el control de los precios mundiales del petróleo y medios para imponer la “diplomacia” mediante un tsunami de sanciones unilaterales.
Ya en el horizonte, la simbiosis directa BRICS11-OPEP+ es inevitable. La OPEP+ está dirigida de hecho por Rusia y Arabia Saudita. Se avecina una reorientación geoeconómica que sacudirá el terreno y que abarcará desde las rutas surcadas por las cadenas mundiales de suministro y las nuevas carreteras de los BRICS hasta la interconexión progresiva de la BRI, la Visión Saudita 2030 y la expansión portuaria masiva en los EAU.
Con la elección de Etiopía, el BRICS amplía su alcance africano en el ámbito de la minería, los minerales y los metales. Etiopía es rica en oro, platino, tantalio, cobre, niobio y ofrece un vasto potencial en la exploración de petróleo y gas natural. Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, por cierto, también se dedican a la minería. Todo ello augura una integración rápida y progresiva del Norte de África y Asia Occidental.
La diplomacia llega lejos
La nueva crisis de los 11 BRICS, en el ámbito energético, es un agudo contrapunto histórico a la crisis del petróleo de 1973, tras la cual Riad empezó a revolcarse en petrodólares. En la actualidad, Arabia Saudita bajo Mohammed bin Salman está operando un cambio tectónico, en proceso de alinearse estratégicamente con Rusia-China-India-Irán.
Golpe diplomático que ni siquiera empieza a describirlo. Se trata de la segunda etapa del acercamiento entre Riad y Teherán, iniciado por Rusia y finalizado por China, sellado recientemente en Pekín. El liderazgo estratégico ruso-chino, trabajando pacientemente en sincronía, nunca perdió el rumbo.
Ahora compárenlo con las ‘estrategias’ colectivas de Occidente, como la limitación del precio del petróleo impuesta por el G7. Esencialmente, la ‘coalición de voluntarios’ del G7 autoimpuso un tope de precios al crudo ruso importado por mar. El resultado de esto es que tuvieron que empezar a comprar muchos más productos petrolíferos a las naciones del sur global, que hicieron caso omiso del tope de precios y aumentaron debidamente sus compras de crudo ruso. Adivinen quiénes son los dos primeros: China y la India, miembros de los BRICS.
Después de revolcarse en varias etapas de negación, el Occidente colectivo puede —o no— darse cuenta de que es un sueño de tontos intentar ‘desacoplar’ la parte de la economía mundial gobernada por Occidente de China, sea lo que sea lo que vomite Washington. BRICS11 muestra ahora, gráficamente, cómo el ‘sur global/mayoría global/global globe’ está menos alineado con Occidente que en cualquier otro momento de la historia reciente.
Por cierto, el presidente del G77, el líder cubano Díaz-Canel, estuvo en la cumbre de los BRICS representando de facto al nuevo Movimiento de Países No Alineados: el G77 incorpora en realidad no menos de 134 naciones. La mayoría son africanas. Xi Jinping se reunió en persona en Johannesburgo con los líderes de la mayoría de ellas.
El Occidente colectivo, presa del pánico, considera a todos ellos “peligrosos”. Así que el último refugio es, como era de esperar, retórico: “desacoplamiento”, “des-riesgo” e idioteces similares.
Pero esto también puede resultar peligroso en la práctica. Como en la primera cumbre trilateral celebrada en Camp David el 18 de agosto entre el Imperio y dos vasallos asiáticos, Japón y Corea del Sur. Eso puede interpretarse como el primer paso hacia una OTAN asiática político-militar aún más tóxica que el Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (QUAD) o la AUKUS, obsesionada por contener simultáneamente a China, Rusia y Corea del Norte.
La derrota colectiva del Norte Global
La ONU cataloga a 152 naciones del mundo como países en desarrollo. El BRICS11 se dirige a ellos, ya que superan al Norte Global en todos los aspectos, desde el crecimiento de la población hasta la contribución global al crecimiento del PIB mundial medido según la paridad del poder adquisitivo (PPA).
En los últimos 10 años, desde el anuncio de la BRI primero en Astana y luego en Yakarta, las instituciones financieras chinas han prestado casi 1 billón de dólares para proyectos de conectividad de infraestructuras en todo el sur global. El próximo foro de la BRI en Pekín señalará un impulso renovado. Esa es la simbiosis de la BRI-BRICS.
En el G20 en 2022, China fue la primera nación en presionar para que se incluyera a la Unión Africana, de 55 miembros. Es posible que eso ocurra en la cumbre del G20 del mes que viene en Nueva Delhi; en ese caso, la representación del sur global estará cerca de la paridad con la del norte global.
Las afirmaciones de que Pekín estaba organizando una conspiración maligna para convertir al BRICS en un arma contra el G7 son infantiles. La realpolitik —y los indicadores geoeconómicos— están dictando los términos, configurando el impacto de lo nuevo: la irreversible irrelevancia del G7 con el ascenso del BRICS11.
Mientras Rusia y China sigan siendo las potencias políticas y económicas dominantes de la región, el corazón de Asia Central seguirá siendo un blanco de amenazas, sobornos y revoluciones de color de EE.UU y la UE. En la Heartland se desarrolla un choque geopolítico directo que enfrenta a EE. UU. contra Rusia y China
Desde Samarcanda, Uzbekistán – El Heartland histórico, o Eurasia Central, ya es, y seguirá siendo, el principal campo de batalla en el Nuevo Gran Juego, librado entre los Estados Unidos y la asociación estratégica China-Rusia.
El Gran Juego original enfrentó a los imperios británico y ruso a fines del siglo XIX y , de hecho, nunca terminó: simplemente se transformó en la entente entre EE.UU. y el Reino Unido contra la URSS y, posteriormente, entre EE.UU. y la UE contra Rusia.
De acuerdo con el juego geopolítico diseñado por Mackinder y conceptualizado por la Gran Bretaña imperial allá por 1904, The Heartland es el proverbial «pivote de la historia», y su papel histórico revigorizado en el siglo XXI es tan relevante como hace siglos: hoy, un impulsor clave de las economías emergentes y multipolaridad
Así que no es de extrañar que todas las grandes potencias estén trabajando en Heartland/Central Eurasia: China, Rusia, EE.UU., la UE, India, Irán, Turkiye y, en menor medida, Japón. Cuatro de cinco “stans” de Asia Central son miembros de pleno derecho de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS): Kazajstán, Uzbekistán, Kirguistán y Tayikistán. Y algunos, como Kazajstán, pronto pueden convertirse en miembros de BRICS+.
El modus operandi imperial privilegia -qué más- amenazas y ultimatums. Hace solo cuatro meses, los emisarios estadounidenses del Departamento de Estado, el Tesoro y la Oficina de Control de Asuntos Exteriores (OFAC) recorrieron el Heartland con un paquete completo de «regalos», como amenazas flagrantes o apenas disfrazadas. El mensaje clave: si usted » ayuda” o incluso comerciar con Rusia de cualquier manera, recibirá sanciones secundarias.
Las conversaciones informales con empresas en Samarcanda y Bukhara de Uzbekistán y los contactos en Kazajstán revelan un patrón: todos parecen ser conscientes que los estadounidenses no tendrán impedimentos para mantener el Heartland/Asia Central a punta de pistola.
Reyes de las antiguas rutas de la seda
Samarcanda, la legendaria «Roma del Este, es un lugar relevante en el Heartland donde se observa el juego de actual lucha de poder . Aquí estamos en el corazón de la antigua Sogdiana, la histórica encrucijada comercial entre China, India, Partia y Persia, un nodo inmensamente importante de las tendencias culturales Este-Oeste, el zoroastrismo y los vectores pre/post-islámicos.
Desde el siglo IV hasta el siglo VIII , fueron los sogdianos quienes monopolizaron el comercio de caravanas entre Asia Oriental, Asia Central y Asia Occidental, transportando seda, algodón, oro, plata, cobre, armas, aromas, pieles, alfombras, ropa, cerámica, vidrio, porcelana, adornos, piedras semipreciosas, espejos. Los astutos comerciantes sogdianos utilizaron la protección de las dinastías nómadas para solidificar el comercio entre China y Bizancio.
La élite meritocrática china, que razona en términos de ciclos históricos muy largos, es muy consciente de todo lo anterior: ese es un factor clave detrás del concepto New Silk Roads, conocido oficialmente como BRI (Belt and Road Initiative), como se anunció casi hace 10 años por el presidente Xi Jinping en Astana, Kazajstán. Beijing planea volver a conectarse con sus vecinos occidentales como el camino necesario hacia un mayor comercio y conectividad paneuroasiáticos.
Beijing y Moscú tienen enfoques complementarios en lo que respecta a las relaciones con el Heartland, siempre bajo el principio de cooperación estratégica. Ambos han estado involucrados en la seguridad regional y la cooperación económica con Asia Central desde 1998. La OCS establecida en 2001, es un producto concreto de la estrategia común Rusia-China, así como una plataforma para el diálogo continuo con Heartland.
Cómo reaccionan los diferentes “stans” de Asia Central es un problema de varios niveles. Tayikistán, por ejemplo, económicamente frágil y dependiente del mercado ruso es proveedor de mano de obra barata, mantiene oficialmente una política de “puertas abiertas” a todo tipo de cooperación, incluso con Occidente.
Kazajstán y los EE.UU. han establecido un Consejo de Asociación Estratégica (su última reunión fue a fines del año pasado). Uzbekistán y los EE.UU. tienen un “diálogo de asociación estratégica”, establecido a fines de 2021. La presencia empresarial estadounidense es muy visible en Tashkent, a través de un imponente centro comercial, sin mencionar a Coca-Cola y Pepsi en cada tienda del pueblo uzbeko.
La UE trata de mantenerse al día, especialmente en Kazajstán, donde más del 30 por ciento del comercio exterior ($39 mil millones) y las inversiones ($12.5 mil millones) provienen de Europa. El presidente de Uzbekistán, Shavkat Mirziyoyev, extremadamente popular por abrir el país hace cinco años, obtuvo $ 9 mil millones en acuerdos comerciales cuando visitó Alemania hace tres meses.
Desde el inicio del BRI hace una década, la UE, en comparación, invirtió alrededor de $ 120 mil millones en el Heartland: no está mal (40 por ciento de la inversión extranjera total), pero aún por debajo de los compromisos chinos.
¿Qué está tramando realmente Turquía?
El foco imperial en Heartland es, como era de esperar, Kazajstán, debido a sus vastos recursos de petróleo y gas. El comercio entre EE.UU. y Kazajstán representa el 86 por ciento de todo el comercio estadounidense con Asia Central, que el año pasado fue de $ 3.8 mil millones. Comparemos esa cifra con solo el 7 por ciento del comercio estadounidense con Uzbekistán.
Es justo argumentar que la mayoría de estos cuatro “stans” de Asia Central en la OCS practican una “diplomacia multifacética”, tratando de no atraer la ira imperial estadounidense. Kazajstán, por su parte, apuesta por la “diplomacia equilibrada”: eso es parte de su Concepto de Política Exterior 2014-2020.
En cierto sentido, el nuevo lema de Astana expresa cierta continuidad con el anterior, «diplomacia de múltiples vectores», establecido durante el mandato de casi tres décadas del ex presidente Nursultan Nazarbayev. Kazajstán, bajo la presidencia de Kassym-Jomart Tokayev, es miembro de la OCS, la Unión Económica de Eurasia (EAEU) y la BRI, pero al mismo tiempo debe estar alerta las 24 horas del día, los 7 días de la semana ante las maquinaciones imperiales. Después de todo, fue Moscú y la pronta intervención de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (CSTO) liderada por Rusia lo que salvó a Tokayev de un intento de revolución de color a principios de 2022.
Los chinos, por su parte, tienen en un enfoque colectivo, solidificado, como reuniones de alto perfil como la Cumbre China-Asia Central 5+1, celebrada hace solo 3 meses.
Luego está el caso extremadamente curioso de la Organización de Estados Turcos (OET), anteriormente Consejo Turco, que une a Turquía, Azerbaiyán y tres “stans” de Asia Central, Kazajstán, Uzbekistán y Kirguistán.
El objetivo general de esta organización es “promover la cooperación integral entre los estados de habla túrquica”. El idioma turco no se ve mucho en Heartland, excepto en una extraña valla publicitaria que promociona productos turcos. Una visita a la secretaría en Estambul en la primavera de 2022 no arrojó exactamente respuestas sólidas, aparte de vagas referencias a “proyectos sobre economía, cultura, educación, transporte” y aduanas.
En noviembre pasado, en Samarcanda, la OET firmó un acuerdo “sobre el establecimiento de un corredor aduanero simplificado”. Es demasiado pronto para decir si esto sería capaz de fomentar una especie de mini Ruta de la Seda de Turkiye a través del Heartland.
Aún así, hay que estar atento a lo que se les ocurrirá a continuación. Su estatuto privilegia «desarrollar posiciones comunes sobre cuestiones de política exterior», «coordinar acciones para combatir el terrorismo internacional, el separatismo, el extremismo y los delitos transfronterizos» y crear «condiciones favorables para el comercio y la inversión».
Turkmenistán, el idiosincrásico «stan» de Asia Central que insiste con vehemencia en su absoluta neutralidad geopolítica, resulta ser un estado observador de la OET. También llama la atención un Centro de Civilizaciones Nómadas con sede en la capital de Kirguistán, Bishkek.
Resolviendo el enigma ruso-Heartland
Las sanciones occidentales contra Rusia terminaron beneficiando a bastantes jugadores de Heartland. Debido a que las economías de Asia Central están estrechamente vinculadas a Rusia, las exportaciones se dispararon, tanto como las importaciones de Europa.
Bastantes empresas de la UE se re-asentaron en Heartland después de abandonar Rusia, con magnates de Asia Central seleccionados que compraron activos rusos. Paralelamente, debido a la campaña de movilización de tropas rusas, podría decirse que decenas de miles de rusos relativamente ricos se mudaron al Heartland, mientras que una gran cantidad de trabajadores de Asia Central encontraron nuevos trabajos, especialmente en Moscú y San Petersburgo.
El año pasado, por ejemplo, las remesas a Uzbekistán se dispararon hasta la considerable cantidad de $16.9 mil millones: el 85 por ciento de esto (alrededor de $14.5 mil millones) provino de trabajadores en Rusia. Según el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo, las economías de Heartland crecerán un saludable 5,2 % en 2023 y un 5,4 % en 2024.
Ese impulso económico es claramente visible en Samarcanda: la ciudad es un sitio gigante de construcción y restauración. Amplios bulevares impecablemente nuevos están surgiendo por todas partes, complementados con exuberantes paisajes verdes, flores, fuentes y amplias aceras, todo limpio y reluciente. Ni vagabundos, ni drogadictos. Los visitantes de las metrópolis occidentales en decadencia están absolutamente atónitos.
En Tashkent, el gobierno uzbeko está construyendo un enorme e impresionante Centro de la Civilización Islámica, muy centrado en los negocios de toda Eurasia.
No hay duda de que el vector geopolítico clave en todo el Heartland es la relación con Rusia. El ruso sigue siendo la lengua franca en todas las esferas de la vida.
Comencemos con Kazajstán, que comparte una enorme frontera de 7.500 km con Rusia (sin embargo, no hay disputas fronterizas). De vuelta en la URSS, los cinco “stans” de Asia Central fueron, de hecho, denominados “Asia Central y Kazajstán”, porque una gran parte de Kazajstán se encuentra en el sur de Siberia Occidental y cerca de Europa. Kazajstán se ve a sí mismo como la quintaesencia de Eurasia: no es de extrañar que desde los años de Nazarbayev, Astana privilegie la integración de Eurasia.
El año pasado, en el Foro Económico de San Petersburgo, Tokayev le dijo personalmente al presidente ruso, Vladimir Putin, que Astana no reconocería la independencia de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk. Los diplomáticos kazajos siguen insistiendo que el país no pueden permitirse dejar afuera las inversiones occidentales y eludir las sanciones occidentales , aunque, en la sombra, eso es lo que sucede en muchos casos.
Kirguistán, por su parte, canceló los ejercicios militares conjuntos de la OCS “Strong Brotherhood-2022” programados para octubre del año pasado; cabe mencionar que el problema en este caso no era Rusia, sino un problema fronterizo con Tayikistán.
Putin ha propuesto establecer una unión de gas Rusia-Kazajstán-Uzbekistán. Por el momento, no ha pasado nada, y puede que no suceda.
Todos estos problemas deben ser considerados como contratiempos menores. El año pasado, Putin visitó los cinco “stans” de Asia Central por primera vez en mucho tiempo. Imitando a China, también celebraron una cumbre 5+1. Hoy los diplomáticos y empresarios rusos recorren las carreteras de Heartland a tiempo completo. Y no olvidemos que los presidentes de los cinco “stans” de Asia Central estuvieron presentes en el desfile de la Plaza Roja en Moscú el Día de la Victoria en mayo pasado.
La diplomacia rusa sabe todo lo que hay que saber sobre la gran obsesión imperial de sacar a los “stans” de Asia Central de la influencia rusa.
Esto va mucho más allá de la Estrategia oficial de EE.UU. en Asia Central, y ha alcanzado el estado de histeria después de la humillación de estadounidense en Afganistán y la inminente humillación de la OTAN en Ucrania.
En el frente crucial de la energía, muy pocos recuerdan hoy que el oleoducto Turkmenistán-Afganistán-Pakistán-India (TAPI), quedó reducido a TAP (India se retiró), fue una prioridad de la Nueva Ruta de la Seda estadounidense tramada en el Departamento de Estado y vendido por la entonces Secretaria de Estado Hillary Clinton en 2011.
No pasó nada práctico con ese pastel en el cielo. Lo que los estadounidenses lograron hacer, recientemente, fue frustrar el desarrollo de un competidor, el oleoducto Irán-Pakistán (IP), al obligar a Islamabad a cancelarlo: el primer logro del imperio después haber eliminado «legalmente» al ex primer ministro Imran Khan de la vida política de Pakistán.
Aún así, la saga TAPI (Pipelineista) está lejos de terminar. Con Afganistán libre de militares estadounidense, la rusa Gazprom, así como las empresas chinas, están muy interesadas en participar en la construcción de TAPI: el oleoducto sería un nodo estratégico BRI, vinculado al Corredor Económico China-Pakistán (CPEC) en el encrucijada entre Asia Central y del Sur.
El oeste colectivo ‘alienígena’
Por mucho que Rusia sea, y seguirá siendo, una moneda conocida en todo el Heartland, el modelo chino es insuperable como ejemplo de desarrollo sostenible capaz de inspirar una variedad de soluciones autóctonas para Asia Central.
Por el contrario, ¿qué tiene que ofrecer el Imperio? En pocas palabras: dividir y gobernar. A través de sus secuaces terroristas conocidos como ISIS-Khorasan, pretenden fomentar la desestabilización política en los nodos más débiles de Asia Central, desde el valle de Ferghana hasta la frontera entre Afganistán y Tayikistán, por ejemplo.
Los múltiples desafíos que enfrenta Heartland se han discutido en detalle en reuniones como la Conferencia de Asia Central de Valdai
El experto del Valdai Club, Rustam Khaydarov, puede haber acuñado la evaluación más concisa de las relaciones de Occidente con Heartland:
“El Occidente colectivo nos es ajeno tanto en términos de cultura como de cosmovisión. No hay un solo fenómeno o evento, o elemento de la cultura moderna, que pueda servir como base para una relación y acercamiento entre los EE.UU. y la Unión Europea por un lado y Asia Central por el otro. Los estadounidenses y los europeos no tienen idea de la cultura y la mentalidad o las tradiciones de los pueblos de Asia Central, por lo que no pudieron ni podrán interactuar con nosotros. Asia Central no ve la prosperidad económica junto con la democracia liberal de Occidente, que es esencialmente un concepto extraño para los países de la región”.
Teniendo en cuenta este escenario, y en el contexto de un Nuevo Gran Juego que se vuelve cada vez más incandescente, no es de extrañar que algunos círculos diplomáticos de Heartland estén muy interesados en una integración más estrecha de Asia Central en los BRICS+. Esto es algo que se discutirá en la cumbre BRICS en Sudáfrica la próxima semana.
La fórmula estratégica se lee como Rusia + Asia Central + Asia Meridional + África + América Latina, otra instancia más de integración del «Global Globe» (para citar a Lukashenko). Todo puede comenzar con Kazajstán convirtiéndose en la primera nación Heartland aceptada como miembro de BRICS+.
Después de eso, todo el mundo es un escenario de un Regreso revitalizado del Heartland en transporte, logística, energía, comercio, fabricación, inversión, infotecnología, cultura y, por último, pero no menos importante, en el espíritu de las Rutas de la Seda, viejo y nuevo, “intercambios de personas a personas”.
El capitalismo estadounidense primitivo se centró en Nueva Inglaterra. Después de un tiempo, la búsqueda de ganancias llevó a muchos capitalistas a abandonar esa zona y trasladar la producción a Nueva York y los estados del Atlántico medio. Gran parte de Nueva Inglaterra quedó con edificios de fábricas abandonadas y pueblos deprimidos evidentes hasta el día de hoy.
Eventualmente, los empleadores se mudaron nuevamente, abandonando Nueva York y el Atlántico medio por el Medio Oeste. La misma historia se repetía a medida que el centro del capitalismo se reubicaba en el Lejano Oeste, el Sur y el Sudoeste. Términos descriptivos como “Rust Belt”, “desindustrialización” y “desierto manufacturero” se aplican cada vez más a cada vez más partes del capitalismo estadounidense.
Mientras los movimientos del capitalismo se mantuvieran principalmente dentro de los EE. UU., las alarmas lanzadas por sus víctimas abandonadas continuaron siendo regionales, sin convertirse todavía en un problema nacional. Sin embargo, en las últimas décadas, muchos capitalistas han trasladado instalaciones de producción e inversiones fuera de los EE. UU., reubicándolas en otros países, especialmente en China.
Controversias y alarmas en curso rodean este éxodo capitalista. Incluso los célebres sectores de alta tecnología, posiblemente el único centro robusto que queda del capitalismo estadounidense, han invertido mucho en otros lugares.
Desde la década de 1970, los salarios eran mucho más bajos en el extranjero y los mercados también crecían más rápido allí. Cada vez más capitalistas estadounidenses tenían que irse o arriesgarse a perder su ventaja competitiva sobre los capitalistas (europeos y japoneses, así como estadounidenses) que se habían ido antes a China y mostraban tasas de ganancia sorprendentemente mejoradas.
El sistema recompensa a los que ya son ricos
Más allá de China, otros países asiáticos, sudamericanos y africanos también ofrecieron incentivos de bajos salarios y mercados en crecimiento, lo que eventualmente atrajo a los capitalistas estadounidenses y otros a trasladar inversiones allí.
Las ganancias de los movimientos de esos capitalistas estimularon más movimientos. Las crecientes ganancias regresaron para impulsar los mercados bursátiles de EE. UU. y produjeron grandes aumentos en los ingresos y la riqueza.
Eso benefició principalmente a los ya ricos accionistas corporativos y altos ejecutivos corporativos. Ellos, a su vez, promovieron y financiaron afirmaciones ideológicas de que el abandono de EE. UU. por parte del capitalismo fue en realidad una gran ganancia para la sociedad estadounidense en su conjunto.
Esas afirmaciones, clasificadas bajo los títulos de “neoliberalismo” y “globalización”, sirvieron perfectamente para ocultar u oscurecer un hecho clave: el objetivo principal y el resultado de que los capitalistas abandonaran Estados Unidos eran mayores ganancias, principalmente para los pocos más ricos.
El neoliberalismo fue una nueva versión de una vieja teoría económica que justificaba las “libres elecciones” de los capitalistas como el medio necesario para lograr una eficiencia óptima para economías enteras. De acuerdo con la visión neoliberal, los gobiernos deberían minimizar cualquier regulación u otra interferencia en las decisiones de los capitalistas con fines de lucro.
El neoliberalismo celebró la “globalización”, su nombre preferido para la elección de los capitalistas de trasladar la producción al exterior. Se dijo que la “libre elección” permitía una producción “más eficiente” de bienes y servicios porque los capitalistas podían aprovechar los recursos de origen mundial.
El punto y el remate que fluyen de las exaltaciones del neoliberalismo, las opciones libres de los capitalistas y la globalización fueron que todos los ciudadanos se beneficiaron cuando el capitalismo avanzó . Con la excepción de algunos disidentes (incluidos algunos sindicatos), los políticos, los medios de comunicación y los académicos se unieron en gran medida a las intensas animaciones de la globalización neoliberal del capitalismo.
Las consecuencias económicas del movimiento del capitalismo impulsado por las ganancias fuera de sus antiguos centros (Europa Occidental, América del Norte y Japón) llevaron al capitalismo a su crisis actual.
Ventaja: China
Primero, los salarios reales se estancaron en los viejos centros. Los empleadores que podían exportar puestos de trabajo (especialmente en la industria) lo hicieron. Los empresarios que no pudieron (especialmente en los sectores de servicios) los automatizaron.
A medida que las oportunidades laborales en Estados Unidos dejaron de aumentar, también lo hicieron los salarios. Dado que la globalización y la automatización impulsaron las ganancias corporativas y los mercados bursátiles mientras que los salarios se estancaron, los viejos centros del capitalismo exhibieron una ampliación extrema de las brechas de ingresos y riqueza. Profundizando las divisiones sociales siguió y culminó en la crisis del capitalismo ahora.
En segundo lugar, a diferencia de muchos otros países pobres, China poseía la ideología y la organización para asegurarse de que las inversiones realizadas por los capitalistas sirvieran al propio plan de desarrollo y estrategia económica de China.
China requería compartir las tecnologías avanzadas de los capitalistas entrantes (a cambio del acceso de esos capitalistas a mano de obra china de bajo salario y mercados chinos en rápida expansión). A los capitalistas que ingresaron a los mercados de Beijing también se les exigió que facilitaran las asociaciones entre los productores chinos y los canales de distribución en sus países de origen.
La estrategia de China de priorizar las exportaciones significaba que necesitaba asegurar el acceso a los sistemas de distribución (y, por lo tanto, a las redes de distribución controladas por los capitalistas) en sus mercados objetivo. Se desarrollaron asociaciones mutuamente rentables entre China y distribuidores globales como Walmart.
El “socialismo con características chinas” de Beijing incluía un poderoso estado y partido político centrado en el desarrollo. Conjuntamente supervisaban y controlaban una economía que mezclaba el capitalismo privado con el estatal.
En ese modelo, los empleadores privados y los empleadores estatales dirigen cada uno masas de empleados en sus respectivas empresas. Ambos conjuntos de patrones funcionan sujetos a las intervenciones estratégicas de un partido y un gobierno decididos a lograr sus objetivos económicos.
Como resultado de cómo definió y operó su socialismo, la economía de China ganó más (especialmente en el crecimiento del PIB) de la globalización neoliberal que Europa Occidental, América del Norte y Japón. China creció lo suficientemente rápido como para competir ahora con los viejos centros del capitalismo.
Respuesta miope de Estados Unidos
El declive de EE. UU. dentro de una economía mundial cambiante ha contribuido a la crisis del capitalismo estadounidense. Para el imperio estadounidense que surgió de la Segunda Guerra Mundial, China y sus aliados BRICS (Brasil, Rusia, India y Sudáfrica) representan su primer desafío económico serio y sostenido.
La reacción oficial de Estados Unidos a estos cambios hasta ahora ha sido una mezcla de resentimiento, provocación y negación. Esas no son soluciones a la crisis ni ajustes exitosos a una realidad cambiada.
En tercer lugar, la guerra de Ucrania ha expuesto los efectos clave de los movimientos geográficos del capitalismo y el declive económico acelerado de los EE. UU. en relación con el ascenso económico de China. Por lo tanto, la guerra de sanciones dirigida por Estados Unidos contra Rusia no ha logrado aplastar el rublo ni colapsar la economía rusa.
Ese fracaso se debió en buena parte a que Rusia obtuvo un apoyo crucial de las alianzas (BRICS) ya construidas alrededor de China. Esas alianzas, enriquecidas por las inversiones de capitalistas nacionales y extranjeros, especialmente en China e India, proporcionaron mercados alternativos cuando las sanciones cerraron los mercados occidentales a las exportaciones rusas.
Las brechas anteriores de ingresos y riqueza en los EE. UU., empeoradas por la exportación y la automatización de empleos bien remunerados, socavaron la base económica de esa “gran clase media” de la que tantos empleados creían formar parte.
Durante las últimas décadas, los trabajadores que esperaban disfrutar del “sueño americano” descubrieron que los costos elevados de los bienes y servicios hacían que el sueño estuviera fuera de su alcance. Sus hijos, especialmente los obligados a pedir prestado para la universidad, se encontraban en una situación similar o peor.
Defiéndete
Surgieron resistencias de todo tipo (impulsos de sindicalización, huelgas, “populismos” de izquierda y derecha) a medida que las condiciones de vida de la clase trabajadora seguían deteriorándose. Para empeorar las cosas, los medios de comunicación celebraron la asombrosa riqueza de los pocos que más se beneficiaron de la globalización neoliberal.
En los EE. UU., fenómenos como el expresidente Donald Trump, el senador independiente de Vermont Bernie Sanders, la supremacía blanca, la sindicalización, las huelgas, el anticapitalismo explícito, las guerras “culturales” y el extremismo político frecuentemente extraño reflejan divisiones sociales cada vez más profundas.
Muchos en los Estados Unidos se sienten traicionados después de haber sido abandonados por el capitalismo. Sus diferentes explicaciones de la traición exacerban la sensación de crisis generalizada en la nación.
La reubicación global del capitalismo ayudó a elevar el PIB total de las naciones BRICS (China + aliados) muy por encima del Grupo de los Siete (EE.UU. + aliados). Para todos los países del Sur Global, sus solicitudes de asistencia para el desarrollo ahora pueden dirigirse a dos posibles encuestados (China y EE. UU.), no solo al de Occidente.
Cuando las entidades chinas invierten en África, por supuesto, sus inversiones están estructuradas para ayudar tanto a los donantes como a los receptores. Si la relación entre ellos es imperialista o no depende de los detalles de la relación y su balance de ganancias netas.
Esas ganancias para los BRICS probablemente serán sustanciales. El ajuste de Rusia a las sanciones relacionadas con Ucrania en su contra no solo lo llevó a apoyarse más en los BRICS, sino que también intensificó las interacciones económicas entre los miembros de los BRICS.
Crecieron los vínculos económicos existentes y los proyectos conjuntos entre ellos. Los nuevos están surgiendo rápidamente. Como era de esperar, países adicionales en el Sur Global han solicitado recientemente la membresía BRICS.
El capitalismo ha avanzado, abandonando sus viejos centros y, por lo tanto, llevando sus problemas y divisiones a niveles de crisis. Debido a que las ganancias aún regresan a los viejos centros, aquellos que recolectan las ganancias se engañan a sí mismos y a sus países haciéndoles pensar que todo está bien en y para el capitalismo global. Como esas ganancias agravan fuertemente las desigualdades económicas, allí se profundizan las crisis sociales.
Por ejemplo, la ola de militancia laboral que se extiende por casi todas las industrias estadounidenses refleja la ira y el resentimiento contra esas desigualdades. El chivo expiatorio histérico de varias minorías por demagogos y movimientos de derecha es otro reflejo del empeoramiento de las dificultades.
Otro más es la creciente comprensión de que el problema, en su raíz, es el sistema capitalista. Todos estos son componentes de la crisis actual.
Incluso en los nuevos centros dinámicos del capitalismo, una cuestión socialista crítica vuelve a agitar las mentes de la gente. ¿Es deseable o sostenible la organización de los lugares de trabajo en los nuevos centros, conservando el antiguo modelo capitalista de empleadores frente a empleados tanto en empresas privadas como estatales?
¿Es aceptable que un pequeño grupo de empleadores tome de manera exclusiva e inexplicable la mayoría de las decisiones clave en el lugar de trabajo (qué, dónde y cómo producir y qué hacer con las ganancias)?
Eso es claramente antidemocrático. Los empleados de los nuevos centros del capitalismo ya cuestionan el sistema; algunos han comenzado a desafiarlo y moverse en su contra. Cuando esos nuevos centros celebren alguna variedad de socialismo, es más probable (y antes) que los empleados se resistan a la subordinación a los residuos del capitalismo en sus lugares de trabajo.
Este artículo fue producido por Economy for All , un proyecto del Independent Media Institute, que lo proporcionó a Asia Times.
La reconciliación entre Irán y Arabia Saudita rompe la arquitectura estadounidense en el Medio Oriente. China ha probado con éxito un papel de un pacificador de proporciones históricas. El episodio se percibe como parte de una contundente derrota de la política injerencista de Estados Unidos.
El acuerdo anunciado el viernes en Pekín sobre la normalización de las relaciones diplomáticas entre Arabia Saudí e Irán y la reapertura de sus embajadas es un hecho histórico. Va mucho más allá de una cuestión de relaciones entre Arabia Saudí e Irán. La mediación de China significa que estamos presenciando un cambio profundo de las placas tectónicas en la geopolítica del siglo XXI.
El comunicado conjunto emitido el viernes en Pekín comienza diciendo que el acuerdo saudí-iraní se alcanzó “en respuesta a la noble iniciativa del presidente Xi Jinping”. El documento continúa afirmando que Arabia Saudita e Irán han expresado su “aprecio y gratitud” a Xi Jinping y al gobierno chino “por albergar y patrocinar las conversaciones y los esfuerzos que realizó para su éxito”.
El comunicado conjunto también mencionó a Irak y Omán por fomentar el diálogo entre Arabia Saudita e Irán durante 2021-2022. Pero lo destacado es que Estados Unidos, que ha sido tradicionalmente la potencia dominante en la política de Asia occidental durante casi ocho décadas, no está en la escena.
Sin embargo, se trata de la reconciliación entre las dos mayores potencias regionales en la región del Golfo Pérsico. La desaparición de EE.UU. denota una ruptura colosal de la diplomacia estadounidense. Y será una marca negra en el legado de política exterior del presidente Biden.
Pero Biden debe asumir la culpa por ello. Un fracaso tan catastrófico se debe en gran medida a su fervor por imponer sus dogmas neoconservadores como complemento del poderío militar de Estados Unidos y con la frecuente insistencia del propio Biden: “que el destino de la humanidad depende del resultado de una lucha cósmica entre la democracia y la autocracia”.
China ha demostrado que la hipérbole de Biden es delirante y choca con la realidad. Si la retórica moralista e irreflexiva de Biden enajenó en algún momento a Arabia Saudita, sus intentos de reprimir a Irán se encontraron con la obstinada resistencia de Teherán. Y, en el análisis final, Biden literalmente llevó tanto a Riad como a Teherán a buscar fuerzas compensatorias que los ayudaran a hacer retroceder la actitud opresiva y autoritaria estadounidense.
La humillante exclusión de Estados Unidos del centro de la escena política de Asia Occidental constituye un “momento Suez” para la superpotencia, comparable a la crisis que vivió el Reino Unido en 1956, que obligó a los británicos a sentir que su proyecto imperial había llegado a un callejón sin salida y que la antigua forma de hacer las cosas —poner a las naciones más débiles en línea con el liderazgo global— ya no iba a funcionar y solo conduciría a un ajuste de cuentas desastroso.
La parte asombrosa aquí es el poder mental, los recursos intelectuales y el «poder blando» que China ha puesto en juego para burlar a un trasnochado hegemónico. Estados Unidos tiene al menos 30 bases militares en Asia occidental, cinco solo en Arabia Saudita, pero ha perdido el manto del liderazgo. Ahora que lo pienso, Arabia Saudita, Irán y China hicieron su anuncio histórico el mismo día en que Xi Jinping fue elegido para un tercer mandato como presidente.
Lo que estamos viendo es una nueva China bajo el liderazgo de Xi Jinping trotando sobre una loma alta. Sin embargo, lo hace adoptando una postura modesta que no reclama laureles para sí mismo. No hay señales del ‘síndrome del Reino Medio’, contra el cual han advertido los propagandistas estadounidenses.
Por el contrario, para la audiencia mundial, especialmente para países como India, Vietnam, Turquía, Brasil o Sudáfrica, China ha ofrecido un ejemplo saludable de cómo un mundo multipolar democratizado puede funcionar en el futuro: de. cómo es posible anclar la diplomacia de las grandes potencias en políticas, comercio e interdependencia consensuales y conciliatorios y promover un resultado en el que todos salgan ganando.
Implícito en esto hay otro gran mensaje aquí: China como factor de equilibrio y estabilidad global. No son solo Asia-Pacífico y Asia Occidental quienes están observando. La audiencia también incluye África y América Latina; de hecho, todo el mundo no occidental que forma la gran mayoría de la comunidad mundial conocida como el Sur Global.
Lo que la pandemia y la crisis de Ucrania han sacado a la superficie es la realidad geopolítica latente: el Sur Global rechaza las políticas de neomercantalismo seguidas por Occidente disfrazadas de ‘internacionalismo liberal’.
Occidente persigue un orden internacional jerárquico. Nada menos que el jefe de política exterior de la UE, Josep Borrell, soltó esto recientemente en un momento de descuido con un toque de tono racista cuando dijo que «Europa es un jardín y el resto del mundo es una jungla”, una la jungla que podría invadir el jardín.
Mañana, China también podría estar desafiando la hegemonía estadounidense sobre el hemisferio occidental. El reciente documento del Ministerio de Relaciones Exteriores de China titulado ‘ La hegemonía estadounidense y sus peligros ‘ nos dice que Beijing ya no estará a la defensiva.
Mientras tanto, se está produciendo un realineamiento de fuerzas en el escenario mundial con China y Rusia de un lado y Estados Unidos del otro. ¿No transmite un gran mensaje que en la víspera del histórico anuncio en Beijing el viernes, el ministro de Relaciones Exteriores de Arabia Saudita, el príncipe Faisal bin Farhan Al Saud, aterrizó repentinamente en Moscú en una ‘visita de trabajo’ y se reunió con Asuntos Exteriores? Ministro Sergey Lavrov, que estaba visiblemente encantado?
Por supuesto, nunca sabremos qué papel habría jugado Moscú entre bastidores en coordinación con Beijing para construir puentes entre Riad y Teherán. Todos sabemos que Rusia y China coordinan activamente sus movimientos de política exterior. Curiosamente, el 6 de marzo, el presidente Putin mantuvo una conversación telefónica con el presidente de Irán, Ebrahim Raisi.
Audacia de la esperanza
Sin duda, la geopolítica de Asia occidental nunca volverá a ser la misma. Siendo realistas, ha aparecido el primer gorrión de la primavera pero el hielo se derritió a sólo tres o cuatro varas de la orilla. No obstante, los rayos del sol dan esperanza, señalando días más cálidos por venir.
Es concebible que Riyadh no acepte más los complots diabólicos tramados en Washington y Tel Aviv para resucitar una alianza contra Irán en el oeste de Asia. Tampoco está la posibilidad que Arabia Saudita ya no sea parte de un ataque estadounidense-israelí contra Irán.
Esto aísla gravemente a Israel en la región y deja a Estados Unidos sin dientes. En términos sustantivos, dispersa los febriles esfuerzos de la administración Biden para engatusar a Riad con los llamados Acuerdos de Abraham.
De manera significativa, un comentario del diario chino Global Times señaló con cierta audacia que el acuerdo entre Arabia Saudita e Irán “estableció un ejemplo positivo para otros temas candentes regionales, como la relajación y la solución del conflicto israelí-palestino. Y en el futuro, China podría desempeñar un papel importante en la construcción de un puente para que los países resuelvan problemas espinosos de larga data en el Medio Oriente, tal como lo hizo esta vez”.
De hecho, el comunicado conjunto emitido en Beijing dice: “Los tres países [Arabia Saudita, Irán y China] expresaron su entusiasmo por realizar todos los esfuerzos para mejorar la paz y la seguridad regionales e internacionales”. ¿China se sacó un conejo del sombrero? El tiempo dirá.
Sin embargo, por el momento, el acercamiento saudí-iraní ciertamente tendrá repercusiones positivas en los esfuerzos hacia un acuerdo negociado en Yemen y Siria, así como en la inestabilidad política en el Líbano.
Además, el comunicado conjunto enfatiza que Arabia Saudita e Irán tienen la intención de revivir el Acuerdo General de Cooperación en los Campos de Economía, Comercio, Inversiones, Tecnología, Ciencia, Cultura, Deportes y Juventud de 1998. En general, la estrategia de máxima presión de la administración Biden hacia Irán se ha derrumbado y las sanciones de Occidente contra Irán se están volviendo ineficaces. Las opciones políticas de Estados Unidos sobre Irán se han reducido. Dicho de otra manera, Irán gana profundidad estratégica para negociar con EE.UU.
La vanguardia de las sanciones estadounidenses radica en las restricciones sobre el comercio de petróleo de Irán y el acceso a los bancos occidentales. Es completamente concebible que una reacción violenta esté a punto de comenzar cuando Rusia, Irán y Arabia Saudita, tres de los principales países productores de petróleo y gas, comiencen a acelerar su búsqueda de mecanismos de pago sin pasar por el dólar estadounidense.
China ya está discutiendo tal acuerdo con Arabia Saudita e Irán. Las transacciones comerciales y económicas entre China y Rusia ya no utilizan el dólar estadounidense para los pagos. Es bien entendido que cualquier erosión significativa en el estatus del dólar como ‘moneda mundial’ no sólo significará la perdición de la economía estadounidense sino que paralizará la capacidad de EE.UU. para librar ‘guerras eternas’ en el exterior e imponer su hegemonía global.
La conclusión es que la reconciliación entre Arabia Saudita e Irán también es un precursor de su inducción como miembros BRICS en un futuro cercano. Sin duda, ya existe un entendimiento ruso-chino sobre este punto. La membresía BRICS de Arabia Saudita e Irán restablecerá radicalmente la dinámica de poder en el sistema internacional.
M. K. Bhadrakumar es un diplomático indio, con treinta años de carrera en el Ministerio de Asuntos Exteriores de su país, que ha sido embajador de la India en la antigua Unión Soviética, en Pakistán, en Irán, en Afganistán, en Corea del Sur, en Sri Lanka, en Alemania y en Turquía.
La conmemoración del primer aniversario de la invasión de Rusia a Ucrania ha servido para demostrar que la OTAN está dispuesta a llevar la guerra contra Rusia hasta sus últimas consecuencias. Biden declaró, en un acto coreografiado en la ciudad de Cracovia, Polonia, que Estados Unidos estaba dispuesto a hacer “todo lo necesario” para asegurar una victoria contra Rusia. Putin, por su lado, denunció, en un discurso ante la Duma, el tratado de inspección de armas nucleares con Estados Unidos. En este discurso Putin dejó traslucir la crisis del régimen político de Rusia, al denunciar que la oligarquía rusa extraía las riquezas del país para acumular capitales en las bolsas extranjeras y en los paraísos fiscales. La reestructuración de un régimen estructurado en torno a la restauración del capitalismo, sin capital privado, constituye un callejón sin salida. Esto lo advirtió, antes que nadie, la misma OTAN, que confiscó, además de las reservas internacionales de Rusia, los activos y propiedades de la oligarquía en el exterior, con la perspectiva de ‘renacionalizarlas’ en los países capitalistas de destino, luego de un proceso legal.
Este desarrollo describe un escenario de guerra mundial. Los parlamentos occidentales no solamente han votado un incremento enorme de la ayuda militar a Ucrania; también ha acelerado el envío de drones, tanques alemanes y franceses. El martes 28 de febrero, drones de Ucrania atacaron el interior de Rusia, a cien kilómetros de Moscú, y paralizaron varios aeropuertos, en especial el de San Petesburgo. Al mismo tiempo, fueron hackeadas la televisión y la radio en Rusia, al punto que afectó la transmisión del discurso de Putin en el principal canal del país. La prensa occidental ya no oculta la presencia en Ucrania de brigadas extranjeras, cuyo objetivo es operar en la retaguardia del ejército de Rusia en Ucrania. En ese contexto, Anthony Blinken, el secretario de Estado de Estados Unidos, advirtió a China de no proveer armamento letal a Rusia, a riesgo de sufrir las consecuencias. Como el régimen de Pekin no está asistiendo militarmente a Rusia, la advertencia implica la intención de la OTAN de escalar la guerra. Esta escalada obligaría, en cierto punto, a China a asistir militarmente a Moscú. Los voceros de la OTAN, de Rusia e incluso de China advierten que enfrentan un desafío “existencial”. Un analista hostil a Rusia, Anatol Lieven, ha escrito en el periódico británico The Guardian, que “impedir que Rusia intente retener Crimea, significaría la paralización permanente o la destrucción del Estado ruso”. Crimea es una península, en territorio ucraniano, pero históricamente rusa y con predomino de población rusa o prorrusa, donde se encuentra la principal base naval de Rusia. Zelensky ha repetido que el objetivo de su gobierno es echar a Rusia de Crimea.
En el terreno de la guerra, el ejército ruso estaría a punto de tomar la ciudad de Bakhmut, un nudo vial que permitiría desencadenar una ofensiva en gran escala en la región del Donbas. La OTAN prepara una contraofensiva, para principios del verano boreal. El presidente de Bielorrusia fue recibido con pompa en Pekin, cuando la prensa pro-OTAN asegura que este país se apresta a intervenir, desde la frontera norte, en Ucrania. Al mismo tiempo, se ha desatado una crisis política en Moldavia; una parte del país, Transnistria es, desde hace tiempo, un satélite de Moscú. En un escalamiento de la guerra, los analistas advierten que Rusia podría ocupar Moldavia. En otro escenario, Alemania acaba de prohibir a Brasil la exportación a Filipinas de los tanques Iveco Guaraní, que se fabrican con componentes alemanes. La razón es que Brasil se ha negado a entregar tanques propios a Ucrania. Esto ocurre cuando Alemania reclama, vivamente, la implementación del acuerdo Unión Europea-Mercosur. La metástasis de la guerra ha penetrado en el Medio Oriente: el secretario Blinken ha discutido, de acuerdo a la prensa israelí, la posibilidad de un ataque de Israel a las instalaciones de investigación nuclear de Irán, en represalia por la provisión de drones a Rusia, por parte del régimen de Teherán.
Una manifestación relevante del escalamiento de la guerra es la destrucción parcial de los gasoductos NordStream 1 y 2 por parte de un grupo de tareas de Estados Unidos y Noruega. Es lo que ha probado, sin sombras de duda ni desmentidas, el prestigioso periodista norteamericano Seymour Hersh, en base a fuentes incluso norteamericanas. El veto a la utilización de estos gasoductos, que debían abastecer del fluido ruso a Alemania y a la Unión Europea, por parte de Trump y de Biden, fue una de las provocaciones estratégicas que llevaron a Rusia a la guerra. También fue la “Asociación Estratégica Estados Unidos-Ucrania”, de noviembre de 2021, para incrementar los asaltos del gobierno de Kiev a las regiones del este de Ucrania. El carácter mundial de esta guerra no sólo está determinado por las potencias que involucra sino también por el propósito estratégico que guía a la OTAN, de un lado, y a Rusia, del otro. En las últimas horas, Dinamarca y Suecia han rechazado la investigación del atentado por personal independiente. El sabotaje ocurrió en las profundidades del mar Báltico, surcadas por cables de fibra óptica y otros canales de comunicación internacional.
La perspectiva de una escalada en la guerra y en el espacio geográfico, ha reanudado las propuestas para bloquear la continuidad del conflicto. “Rusia perdió iniciativa estratégica, señala un especialista militar italiano, pero Ucrania no puede ganar”, informa el corresponsal de Clarín en Roma. Propone, en consecuencia, una “solución coreana”, que consiste en un armisticio como el que divide a Corea entre Norte y Sur, desde hace 75 años. Ese armisticio fue seguido por una ayuda económica y militar sin precedentes de Estados Unidos a Corea del Sur, y trazó un cuadro de guerra permanente, por parte de Francia y Estados Unidos, en el sudeste de Asia, que sólo concluyó con la derrota norteamericana en Vietnam, centenares de miles de muertos, el acuerdo Nixon-Mao Tse Tung y la renuncia de Nixon. Durante 70 años, EE.UU. estableció una cuarentena contra Corea del Norte, que dura hasta hoy. Sorprende que una propuesta de armisticio pueda sobrevivir con semejante cuarentena contra Rusia, que ahora mismo está fracasando en forma significativa. En función de ese modelo, el autor propone una integración veloz de Ucrania a la UE, una sucursal de la OTAN. Un retorno al status anterior a la guerra bajo la forma precaria de un armisticio. Con un agravante: ni Estados Unidos ni la UE reúnen la fortaleza económica que siguió, por un breve período, a la segunda guerra mundial. El planteo del armisticio tiene, precisamente, una fuerte motivación adicional: “el cansancio (de la población) en los países de occidente”. En efecto, la pandemia y la guerra han desatado una crisis en las cadenas de producción y una suba impresionante en los precios de los alimentos y materias primas.
La ecuación del armisticio deja de lado la ofensiva de la OTAN contra China. El teatro global de la guerra no se restringiría. La OTAN ha señalado a China como “adversario estratégico”, o sea enemigo. El precario equilibrio que siguió a la restauración capitalista en China y Rusia -la globalización- se ha roto. Las condiciones sociales internas de las distintas potencias envueltas en la guerra se han deteriorado en forma marcada. Este es el contexto de la guerra provocada por la OTAN e iniciada por Rusia. La independencia de Ucrania está fuera de juego; Ucrania “está de facto” en la OTAN, proclamó su ministro de Defensa.
El escalamiento de la guerra es, precisamente, lo que urge el editorialista del Financial Times (28/2), Martín Wolf, un vocero del capital financiero, no solamente británico. “Occidente debe darle a Ucrania lo que necesita”, titula el artículo, seguido de una bajada significativa: “La guerra es un interés nacional vital de los países europeos y de los Estados Unidos”. Quien escribe esto no representa al ´establishment geopolítico´ – representa al de los fondos financieros internacionales, con trecientos billones de dólares en activos. Wolf señala que la carga de la asistencia a Ucrania “es excepcionalmente alta” para los países de la Unión Europea, incluido el sostenimiento de los refugiados de guerra –cuyo número y nacionalidades crecerá con la escalada del conflicto. Rusia puede ser derrotada militarmente en una guerra larga, dice, para lo cual se necesita una economía de guerra, no obstante la carga económica actual. En función de promover una guerra prolongada, respalda la propuesta de un analista militar de “invertir en capacidad industrial y apoyo a Ucrania en la escala que demanda lo que está en juego”. ¿Qué es lo que está en juego? “Rusia puede ser derrotada en el campo de batalla este año”, cita con aprobación.
Esto es lo que está, en efecto, en la agenda de las potencias de la OTAN –el pasaje a una economía de guerra. Las compañías de armamentos necesitan órdenes de producción de largo plazo para satisfacer las necesidades de la guerra, porque, además, sus derivaciones (guerras en Medio Oriente o Asia-Pacífico) deben ser planificadas de antemano. Esto que vale para los grandes pulpos norteamericanos, lo es todavía más para Alemania, más próxima al territorio de guerra y con una base industrial armamentista relativamente menor. En simultáneo con estos planteos, el FMI ha reclamado la participación de China en las reestructuraciones de deuda de países en default, para no provocar una quiebra del FMI, si tuviera que tolerar el incumplimiento del pago de deuda de esos países con el organismo. La UE, por su lado, ha decidido contrarrestar la penetración de China en los países que han adherido a la Ruta de la Seda, como se llama a las inversiones internacionales de China en infraestructuras y en empresas asociadas. La guerra se sustenta en un escenario de gran crisis económica y política internacional.
La guerra de la OTAN guarda diferencias importantes con guerras mundiales precedentes. De un lado, porque Estados Unidos es la expresión de un imperialismo realmente mundial, que tiene subordinadas a las potencias menores. El pasaje de su época de ascenso a la de declinación, abraza a la economía mundial en su conjunto; no se manifiesta en el ascenso de un imperialismo rival. Del otro, porque Rusia y China participan de esta guerra, no como potencias cuyas estructuras sociales son el resultado de un período histórico de formación del capital financiero, sino como un intento tardío de llegar a ese estadio, sin estaciones intermedias, como resultado de la conversión de la propiedad estatal en privada y de la economía dirigida a una economía mercantil. Emergen en un cuadro internacional establecido, al que no concurrieron en su formación. De importadoras de enormes sumas de capital extranjero, la exportación de capital de esas economías y Estados, con posterioridad, choca con los límites de la economía mundial. En este proceso no han desarrollado un capital financiero independiente del Estado, lo que debe llevar a un choque mortal entre uno y otro, como ha venido ocurriendo. El imperialismo mundial no ha podido conquistar una base de apoyo en ese capital financiero advenedizo, a pesar de haberlo integrado como apéndice de la corriente financiera internacional. Estas contradicciones explosivas tienen lugar en el cuadro de una crisis extraordinaria del clima y de un arsenal de armas nucleares –ambos capaces de provocar un gigantesco paso atrás de la humanidad.
I. Hegemonía política: arrojando su peso alrededor
II. Hegemonía militar: uso desenfrenado de la fuerza
tercero Hegemonía económica: saqueo y explotación
IV. Hegemonía tecnológica: monopolio y supresión
V. Hegemonía cultural: difusión de narrativas falsas
Conclusión
Introducción
Desde que se convirtió en el país más poderoso del mundo después de las dos guerras mundiales y la Guerra Fría, Estados Unidos ha actuado con más audacia para interferir en los asuntos internos de otros países, perseguir, mantener y abusar de la hegemonía, promover la subversión y la infiltración y librar guerras deliberadamente, perjudicando a la comunidad internacional.
Estados Unidos ha desarrollado un libro de jugadas hegemónico para organizar «revoluciones de color», instigar disputas regionales e incluso lanzar guerras directamente bajo el pretexto de promover la democracia, la libertad y los derechos humanos. Aferrándose a la mentalidad de la Guerra Fría, Estados Unidos ha intensificado la política de bloques y avivado el conflicto y la confrontación. Ha exagerado el concepto de seguridad nacional, abusado de los controles de exportación y impuesto sanciones unilaterales a otros. Ha adoptado un enfoque selectivo del derecho y las normas internacionales, utilizándolos o descartándolos según le parezca, y ha tratado de imponer normas que sirvan a sus propios intereses en nombre de la defensa de un «orden internacional basado en normas».
Este informe, al presentar los hechos relevantes, busca exponer el abuso de hegemonía de EE. UU. en los campos político, militar, económico, financiero, tecnológico y cultural, y atraer una mayor atención internacional sobre los peligros de las prácticas de EE. UU. para la paz y la estabilidad mundiales. y el bienestar de todos los pueblos.
I. Hegemonía política: arrojando su peso alrededor
Estados Unidos ha intentado durante mucho tiempo moldear a otros países y al orden mundial con sus propios valores y sistema político en nombre de la promoción de la democracia y los derechos humanos.
◆ Abundan los casos de interferencia estadounidense en los asuntos internos de otros países. En nombre de «promover la democracia», Estados Unidos practicó una «Doctrina Neo-Monroe» en América Latina, instigó «revoluciones de color» en Eurasia y orquestó la «Primavera Árabe» en Asia occidental y el norte de África, lo que provocó el caos y el desastre. a muchos países.
En 1823, Estados Unidos anunció la Doctrina Monroe. Mientras promocionaba una «Estados Unidos para los estadounidenses», lo que realmente quería era un «Estados Unidos para los Estados Unidos».
Desde entonces, las políticas de los sucesivos gobiernos de Estados Unidos hacia América Latina y la región del Caribe han estado plagadas de interferencias políticas, intervenciones militares y subversión de regímenes. Desde sus 61 años de hostilidad y bloqueo a Cuba hasta el derrocamiento del gobierno chileno de Allende, la política estadounidense en esta región se ha basado en una máxima: los que se sometan prosperarán; los que resistan perecerán.
El año 2003 marcó el comienzo de una sucesión de «revoluciones de color»: la «Revolución de las rosas» en Georgia, la «Revolución naranja» en Ucrania y la «Revolución de los tulipanes» en Kirguistán. El Departamento de Estado de Estados Unidos admitió abiertamente que jugó un «papel central» en estos «cambios de régimen». Estados Unidos también interfirió en los asuntos internos de Filipinas, derrocando al presidente Ferdinand Marcos Sr. en 1986 y al presidente Joseph Estrada en 2001 a través de las llamadas «revoluciones del poder popular».
En enero de 2023, el exsecretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo, publicó su nuevo libro Never Give a Inch: Fighting for the America I Love. En él reveló que Estados Unidos había planeado intervenir en Venezuela. El plan era obligar al gobierno de Maduro a llegar a un acuerdo con la oposición, privar a Venezuela de su capacidad para vender petróleo y oro a cambio de divisas, ejercer una gran presión sobre su economía e influir en las elecciones presidenciales de 2018.
◆ EE. UU. ejerce un doble rasero en las normas internacionales. Al colocar su propio interés en primer lugar, Estados Unidos se ha alejado de los tratados y organizaciones internacionales y ha puesto su derecho interno por encima del derecho internacional. En abril de 2017, la administración Trump anunció que cortaría todos los fondos estadounidenses al Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) con la excusa de que la organización «apoya o participa en la gestión de un programa de aborto coercitivo o esterilización involuntaria». Estados Unidos abandonó la UNESCO dos veces en 1984 y 2017. En 2017, anunció que abandonaba el Acuerdo de París sobre el cambio climático. En 2018, anunció su salida del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, citando el «sesgo» de la organización contra Israel y la falta de protección efectiva de los derechos humanos. En 2019, Estados Unidos anunció su retiro del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio para buscar el desarrollo sin restricciones de armas avanzadas. En 2020, anunció su retirada del Tratado de Cielos Abiertos.
Estados Unidos también ha sido un obstáculo para el control de armas biológicas al oponerse a las negociaciones sobre un protocolo de verificación para la Convención de Armas Biológicas (BWC) e impedir la verificación internacional de las actividades de los países relacionadas con las armas biológicas. Como el único país en posesión de un arsenal de armas químicas, Estados Unidos ha retrasado repetidamente la destrucción de armas químicas y se ha mostrado reacio a cumplir con sus obligaciones. Se ha convertido en el mayor obstáculo para lograr «un mundo libre de armas químicas».
◆ Estados Unidos está armando pequeños bloques a través de su sistema de alianzas. Ha estado imponiendo una «Estrategia del Indo-Pacífico» en la región de Asia-Pacífico, reuniendo clubes exclusivos como Five Eyes, Quad y AUKUS, y obligando a los países regionales a tomar partido. Tales prácticas están destinadas esencialmente a crear división en la región, avivar la confrontación y socavar la paz.
◆ Estados Unidos juzga arbitrariamente la democracia en otros países y fabrica una narrativa falsa de «democracia versus autoritarismo» para incitar al distanciamiento, la división, la rivalidad y la confrontación. En diciembre de 2021, Estados Unidos fue sede de la primera «Cumbre por la Democracia», que generó críticas y oposición de muchos países por burlarse del espíritu de la democracia y dividir al mundo. En marzo de 2023, Estados Unidos será el anfitrión de otra «Cumbre por la Democracia», que no será bien recibida y nuevamente no encontrará apoyo.
II. Hegemonía militar: uso desenfrenado de la fuerza
La historia de los Estados Unidos se caracteriza por la violencia y la expansión. Desde que obtuvo la independencia en 1776, Estados Unidos ha buscado constantemente la expansión por la fuerza: masacró indios, invadió Canadá, libró una guerra contra México, instigó la Guerra Hispanoamericana y anexó Hawái. Después de la Segunda Guerra Mundial, las guerras provocadas o lanzadas por Estados Unidos incluyeron la Guerra de Corea, la Guerra de Vietnam, la Guerra del Golfo, la Guerra de Kosovo, la Guerra de Afganistán, la Guerra de Irak, la Guerra de Libia y la Guerra de Siria, abusando su hegemonía militar para allanar el camino a objetivos expansionistas. En los últimos años, el presupuesto militar anual promedio de EE. UU. ha superado los 700.000 millones de dólares estadounidenses, lo que representa el 40 por ciento del total mundial, más que los 15 países que lo respaldan juntos. Estados Unidos tiene alrededor de 800 bases militares en el extranjero, con 173,
Según el libro América invade: cómo hemos invadido o estado militarmente involucrados con casi todos los países de la Tierra, Estados Unidos ha luchado o estado militarmente involucrado con casi todos los 190 países reconocidos por las Naciones Unidas con solo tres excepciones. Los tres países se «salvaron» porque Estados Unidos no los encontró en el mapa.
◆ Como dijo el ex presidente estadounidense Jimmy Carter, Estados Unidos es sin duda la nación más guerrera en la historia del mundo. Según un informe de la Universidad de Tufts, «Presentación del Proyecto de Intervención Militar: un nuevo conjunto de datos sobre las intervenciones militares de EE. UU., 1776-2019», Estados Unidos llevó a cabo casi 400 intervenciones militares en todo el mundo entre esos años, el 34 por ciento de las cuales fueron en América Latina y el Caribe, 23 por ciento en Asia Oriental y el Pacífico, 14 por ciento en Medio Oriente y África del Norte y 13 por ciento en Europa. Actualmente, su intervención militar en Oriente Medio y Norte de África y África subsahariana va en aumento.
Alex Lo, columnista del South China Morning Post, señaló que Estados Unidos rara vez ha distinguido entre diplomacia y guerra desde su fundación. Derrocó gobiernos elegidos democráticamente en muchos países en desarrollo en el siglo XX y los reemplazó inmediatamente con regímenes títeres pro estadounidenses. Hoy, en Ucrania, Irak, Afganistán, Libia, Siria, Pakistán y Yemen, Estados Unidos está repitiendo sus viejas tácticas de librar guerras de terceros, de baja intensidad y con aviones no tripulados.
◆ La hegemonía militar estadounidense ha causado tragedias humanitarias. Desde 2001, las guerras y las operaciones militares lanzadas por Estados Unidos en nombre de la lucha contra el terrorismo se han cobrado más de 900.000 vidas, de las cuales unas 335.000 son civiles, millones de heridos y decenas de millones de desplazados. La Guerra de Irak de 2003 provocó entre 200.000 y 250.000 muertes de civiles, incluidos más de 16.000 asesinados directamente por el ejército estadounidense, y dejó a más de un millón sin hogar.
Estados Unidos ha creado 37 millones de refugiados en todo el mundo. Desde 2012, solo el número de refugiados sirios se ha multiplicado por diez. Entre 2016 y 2019, se documentaron 33.584 muertes de civiles en los combates sirios, incluidos 3.833 muertos por bombardeos de la coalición liderada por Estados Unidos, la mitad de ellos mujeres y niños. El Servicio de Radiodifusión Pública (PBS) informó el 9 de noviembre de 2018 que los ataques aéreos lanzados por las fuerzas estadounidenses solo en Raqqa mataron a 1.600 civiles sirios.
La guerra de dos décadas en Afganistán devastó el país. Un total de 47.000 civiles afganos y entre 66.000 y 69.000 soldados y policías afganos no relacionados con los ataques del 11 de septiembre murieron en operaciones militares estadounidenses y más de 10 millones de personas fueron desplazadas. La guerra en Afganistán destruyó los cimientos del desarrollo económico allí y sumió al pueblo afgano en la miseria. Tras la «debacle de Kabul» en 2021, Estados Unidos anunció que congelaría unos 9.500 millones de dólares en activos pertenecientes al banco central afgano, una medida considerada como «puro saqueo».
En septiembre de 2022, el ministro del Interior turco, Suleyman Soylu, comentó en un mitin que Estados Unidos ha librado una guerra de poder en Siria, ha convertido a Afganistán en un campo de opio y una fábrica de heroína, ha sumido a Pakistán en la agitación y ha dejado a Libia en medio de disturbios civiles incesantes. Estados Unidos hace lo que sea necesario para robar y esclavizar a la gente de cualquier país con recursos subterráneos.
Estados Unidos también ha adoptado métodos espantosos en la guerra. Durante la Guerra de Corea, la Guerra de Vietnam, la Guerra del Golfo, la Guerra de Kosovo, la Guerra de Afganistán y la Guerra de Irak, Estados Unidos utilizó cantidades masivas de armas químicas y biológicas, así como bombas de racimo, bombas de aire-combustible, bombas de grafito y bombas de uranio empobrecido, que causan enormes daños en las instalaciones civiles, innumerables víctimas civiles y una contaminación ambiental duradera.
III Hegemonía Económica — Saqueo y Explotación
Después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos lideró los esfuerzos para establecer el Sistema de Bretton Woods, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que, junto con el Plan Marshall, formaron el sistema monetario internacional centrado en el dólar estadounidense. Además, Estados Unidos también ha establecido una hegemonía institucional en el sector económico y financiero internacional mediante la manipulación de los sistemas de votación ponderada, las reglas y los arreglos de las organizaciones internacionales, incluida la «aprobación por mayoría del 85 por ciento», y sus leyes y reglamentos comerciales nacionales. Al aprovechar el estatus del dólar como la principal moneda de reserva internacional, Estados Unidos básicamente está recaudando «señoreaje» de todo el mundo; y utilizando su control sobre las organizaciones internacionales,
◆ Estados Unidos explota la riqueza mundial con la ayuda del «señoreaje». Cuesta solo alrededor de 17 centavos producir un billete de 100 dólares, pero otros países tuvieron que pagar 100 dólares en bienes reales para obtener uno. Se señaló hace más de medio siglo que Estados Unidos disfrutaba de privilegios y déficits exorbitantes sin lágrimas creados por su dólar, y usaba el billete de papel sin valor para saquear los recursos y fábricas de otras naciones.
◆ La hegemonía del dólar estadounidense es la principal fuente de inestabilidad e incertidumbre en la economía mundial. Durante la pandemia de COVID-19, Estados Unidos abusó de su hegemonía financiera global e inyectó billones de dólares en el mercado global, dejando que otros países, especialmente las economías emergentes, pagaran el precio. En 2022, la Reserva Federal puso fin a su política monetaria ultraflexible y recurrió a un aumento agresivo de las tasas de interés, lo que provocó turbulencias en el mercado financiero internacional y una depreciación sustancial de otras monedas como el euro, muchas de las cuales cayeron a un mínimo de 20 años. Como resultado, un gran número de países en desarrollo se enfrentaron a una alta inflación, depreciación de la moneda y salidas de capital. Esto fue exactamente lo que el secretario del Tesoro de Nixon, John Connally, comentó una vez, con autosatisfacción pero con aguda precisión, que «
◆ Con su control sobre las organizaciones económicas y financieras internacionales, Estados Unidos impone condiciones adicionales a su asistencia a otros países. Para reducir los obstáculos a la entrada de capital y la especulación de EE.UU., se requiere que los países receptores avancen en la liberalización financiera y abran los mercados financieros para que sus políticas económicas estén en línea con la estrategia de EE.UU. Según Review of International Political Economy, junto con los 1.550 programas de alivio de la deuda extendidos por el FMI a sus 131 países miembros entre 1985 y 2014, se habían adjuntado hasta 55.465 condiciones políticas adicionales.
◆ Estados Unidos reprime deliberadamente a sus oponentes con coerción económica. En la década de 1980, para eliminar la amenaza económica que representaba Japón y para controlar y utilizar a este último al servicio del objetivo estratégico de Estados Unidos de confrontar a la Unión Soviética y dominar el mundo, Estados Unidos aprovechó su poder financiero hegemónico contra Japón y concluyó el Plaza Acuerdo. Como resultado, el yen subió y Japón se vio presionado para abrir su mercado financiero y reformar su sistema financiero. El Acuerdo Plaza asestó un duro golpe al impulso de crecimiento de la economía japonesa, dejando a Japón en lo que más tarde se denominó «tres décadas perdidas».
◆ La hegemonía económica y financiera de Estados Unidos se ha convertido en un arma geopolítica. Redoblando la apuesta por las sanciones unilaterales y la «jurisdicción de brazo largo», Estados Unidos ha promulgado leyes internas como la Ley de poderes económicos de emergencia internacional, la Ley global de responsabilidad de derechos humanos Magnitsky y la Ley contra los adversarios de Estados Unidos mediante sanciones, e introdujo una serie de órdenes ejecutivas para sancionar a países, organizaciones o individuos específicos. Las estadísticas muestran que las sanciones estadounidenses contra entidades extranjeras aumentaron en un 933 por ciento entre 2000 y 2021. Solo la administración Trump ha impuesto más de 3900 sanciones, lo que significa tres sanciones por día. Hasta el momento, Estados Unidos ha impuesto o ha impuesto sanciones económicas a casi 40 países de todo el mundo, incluidos Cuba, China, Rusia, la RPDC, Irán y Venezuela, afectando a casi la mitad de la población mundial. Los «Estados Unidos de América» se han convertido en «los Estados Unidos de las Sanciones». Y la «jurisdicción de brazo largo» se ha reducido a nada más que una herramienta para que Estados Unidos use sus medios de poder estatal para reprimir a los competidores económicos e interferir en los negocios internacionales normales. Esta es una desviación seria de los principios de la economía de mercado liberal de los que Estados Unidos se ha jactado durante mucho tiempo. se ha reducido a nada más que una herramienta para que Estados Unidos use sus medios de poder estatal para reprimir a los competidores económicos e interferir en los negocios internacionales normales. Esta es una desviación seria de los principios de la economía de mercado liberal de los que Estados Unidos se ha jactado durante mucho tiempo. se ha reducido a nada más que una herramienta para que Estados Unidos use sus medios de poder estatal para reprimir a los competidores económicos e interferir en los negocios internacionales normales. Esta es una desviación seria de los principios de la economía de mercado liberal de los que Estados Unidos se ha jactado durante mucho tiempo.
IV. Hegemonía tecnológica: monopolio y supresión
Estados Unidos busca disuadir el desarrollo científico, tecnológico y económico de otros países ejerciendo poder de monopolio, medidas de represión y restricciones tecnológicas en campos de alta tecnología.
◆ Estados Unidos monopoliza la propiedad intelectual en nombre de la protección. Aprovechando la posición débil de otros países, especialmente los en desarrollo, en materia de derechos de propiedad intelectual y la vacante institucional en campos relevantes, Estados Unidos obtiene ganancias excesivas a través del monopolio. En 1994, Estados Unidos impulsó el Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC), forzando el proceso y los estándares americanizados en la protección de la propiedad intelectual en un intento por consolidar su monopolio sobre la tecnología.
En la década de 1980, para contener el desarrollo de la industria de semiconductores de Japón, Estados Unidos inició la investigación «301», construyó poder de negociación en negociaciones bilaterales a través de acuerdos multilaterales, amenazó con etiquetar a Japón como comerciante injusto e impuso aranceles de represalia, lo que obligó a Japón a firmar el Acuerdo de Semiconductores entre Estados Unidos y Japón. Como resultado, las empresas japonesas de semiconductores quedaron casi completamente fuera de la competencia mundial y su participación en el mercado cayó del 50 al 10 por ciento. Mientras tanto, con el apoyo del gobierno de EE. UU., un gran número de empresas estadounidenses de semiconductores aprovecharon la oportunidad y obtuvieron una mayor participación de mercado.
◆ Estados Unidos politiza, arma las cuestiones tecnológicas y las utiliza como herramientas ideológicas. Al extender demasiado el concepto de seguridad nacional, Estados Unidos movilizó el poder estatal para reprimir y sancionar a la empresa china Huawei, restringió la entrada de productos Huawei al mercado estadounidense, cortó su suministro de chips y sistemas operativos y obligó a otros países a prohibir a Huawei emprender la construcción de la red local 5G. Incluso convenció a Canadá de detener injustificadamente a la directora financiera de Huawei, Meng Wanzhou, durante casi tres años.
Estados Unidos ha inventado una serie de excusas para tomar medidas drásticas contra las empresas chinas de alta tecnología con competitividad global y ha incluido a más de 1000 empresas chinas en listas de sanciones. Además, Estados Unidos también impuso controles a la biotecnología, la inteligencia artificial y otras tecnologías de alta gama, reforzó las restricciones a la exportación, reforzó el control de inversiones, suprimió las aplicaciones de redes sociales chinas como TikTok y WeChat, y presionó a los Países Bajos y Japón para que restringieran las exportaciones. de chips y equipo relacionado o tecnología a China.
Estados Unidos también ha practicado un doble rasero en su política sobre los profesionales tecnológicos relacionados con China. Para dejar de lado y suprimir a los investigadores chinos, desde junio de 2018, la validez de la visa se ha acortado para los estudiantes chinos que se especializan en ciertas disciplinas relacionadas con la alta tecnología, se han producido casos repetidos en los que los académicos y estudiantes chinos que van a los Estados Unidos para programas de intercambio y estudio fueron injustificadamente negado y hostigado, y se llevó a cabo una investigación a gran escala sobre académicos chinos que trabajaban en los Estados Unidos.
◆ Estados Unidos solidifica su monopolio tecnológico en nombre de proteger la democracia. Al construir pequeños bloques en tecnología como la «alianza de chips» y la «red limpia», Estados Unidos ha puesto etiquetas de «democracia» y «derechos humanos» a la alta tecnología, y ha convertido los problemas tecnológicos en problemas políticos e ideológicos, para que para fabricar excusas para su bloqueo tecnológico contra otros países. En mayo de 2019, Estados Unidos inscribió a 32 países en la Conferencia de Seguridad 5G de Praga en la República Checa y emitió la Propuesta de Praga en un intento de excluir los productos 5G de China. En abril de 2020, el entonces secretario de Estado de EE. UU., Mike Pompeo, anunció el «camino limpio de 5G». un plan diseñado para construir una alianza tecnológica en el campo 5G con socios unidos por su ideología compartida sobre la democracia y la necesidad de proteger la «seguridad cibernética». Las medidas, en esencia, son los intentos de EE.UU. de mantener su hegemonía tecnológica a través de alianzas tecnológicas.
◆ Estados Unidos abusa de su hegemonía tecnológica realizando ciberataques y escuchas. Durante mucho tiempo, Estados Unidos ha sido conocido como un «imperio de piratas informáticos», culpado por sus actos desenfrenados de robo cibernético en todo el mundo. Tiene todo tipo de medios para hacer cumplir la vigilancia y los ataques cibernéticos generalizados, incluido el uso de señales de estaciones base analógicas para acceder a teléfonos móviles para el robo de datos, la manipulación de aplicaciones móviles, la infiltración de servidores en la nube y el robo a través de cables submarinos. La lista continua.
La vigilancia estadounidense es indiscriminada. Todos pueden ser objeto de su vigilancia, ya sean rivales o aliados, incluso líderes de países aliados como la excanciller alemana Angela Merkel y varios presidentes franceses. La vigilancia cibernética y los ataques lanzados por los Estados Unidos como «Prism», «Dirtbox», «Irritant Horn» y «Telescreen Operation» son prueba de que los Estados Unidos están monitoreando de cerca a sus aliados y socios. Tal espionaje a aliados y socios ya ha causado indignación en todo el mundo. Julian Assange, el fundador de Wikileaks, un sitio web que ha expuesto los programas de vigilancia de EE. UU., dijo que «no espere que una superpotencia de vigilancia global actúe con honor o respeto. Solo hay una regla: no hay reglas».
V. Hegemonía cultural: difusión de narrativas falsas
La expansión global de la cultura americana es una parte importante de su estrategia exterior. Estados Unidos ha utilizado a menudo herramientas culturales para fortalecer y mantener su hegemonía en el mundo.
◆ Estados Unidos incorpora valores estadounidenses en sus productos, como las películas. Los valores y el estilo de vida estadounidenses son un producto vinculado a sus películas y programas de televisión, publicaciones, contenido de medios y programas de instituciones culturales sin fines de lucro financiadas por el gobierno. Conforma así un espacio cultural y de opinión pública en el que la cultura americana reina y mantiene la hegemonía cultural. En su artículo La americanización del mundo, John Yemma, académico estadounidense, expuso las verdaderas armas de la expansión cultural estadounidense: Hollywood, las fábricas de diseño de imagen en Madison Avenue y las líneas de producción de Mattel Company y Coca-Cola.
Son varios los vehículos que utiliza Estados Unidos para mantener su hegemonía cultural. Las películas americanas son las más utilizadas; ahora ocupan más del 70 por ciento de la cuota de mercado mundial. Estados Unidos explota hábilmente su diversidad cultural para atraer a diversas etnias. Cuando las películas de Hollywood descienden sobre el mundo, gritan los valores estadounidenses atados a ellas.
◆ La hegemonía cultural estadounidense no sólo se muestra en la «intervención directa», sino también en la «infiltración de los medios» y como «una trompeta para el mundo». Los medios occidentales dominados por Estados Unidos tienen un papel particularmente importante en la formación de la opinión pública mundial a favor de la intromisión estadounidense en los asuntos internos de otros países.
El gobierno de los EE. UU. censura estrictamente a todas las empresas de redes sociales y exige su obediencia. El CEO de Twitter, Elon Musk, admitió el 27 de diciembre de 2022 que todas las plataformas de redes sociales trabajan con el gobierno de los EE. UU. para censurar el contenido, informó Fox Business Network. La opinión pública en los Estados Unidos está sujeta a la intervención del gobierno para restringir todos los comentarios desfavorables. Google a menudo hace que las páginas desaparezcan.
El Departamento de Defensa de los Estados Unidos manipula las redes sociales. En diciembre de 2022, The Intercept, un sitio web de investigación independiente de EE. UU., reveló que en julio de 2017, el oficial del Comando Central de EE. UU., Nathaniel Kahler, instruyó al equipo de políticas públicas de Twitter para aumentar la presencia de 52 cuentas en árabe en una lista que envió, seis de las cuales eran que se le dé prioridad. Uno de los seis se dedicó a justificar los ataques con aviones no tripulados estadounidenses en Yemen, por ejemplo, afirmando que los ataques fueron precisos y mataron solo a terroristas, no a civiles. Siguiendo la directiva de Kahler, Twitter colocó esas cuentas en árabe en una «lista blanca» para amplificar ciertos mensajes.
◆Estados Unidos practica un doble rasero sobre la libertad de prensa. Suprime y silencia brutalmente a los medios de comunicación de otros países por diversos medios. Estados Unidos y Europa excluyen de sus países a los principales medios de comunicación rusos, como Russia Today y Sputnik. Plataformas como Twitter, Facebook y YouTube restringen abiertamente las cuentas oficiales de Rusia. Netflix, Apple y Google han eliminado los canales y aplicaciones rusos de sus servicios y tiendas de aplicaciones. Se impone una censura draconiana sin precedentes sobre los contenidos relacionados con Rusia.
◆Estados Unidos abusa de su hegemonía cultural para instigar la «evolución pacífica» en los países socialistas. Establece medios de comunicación y equipos culturales dirigidos a los países socialistas. Invierte asombrosas cantidades de fondos públicos en las redes de radio y televisión para apoyar su infiltración ideológica, y estos portavoces bombardean a los países socialistas en docenas de idiomas con propaganda incendiaria día y noche.
Estados Unidos utiliza la desinformación como una lanza para atacar a otros países y ha construido una cadena industrial a su alrededor: hay grupos e individuos que inventan historias y las venden en todo el mundo para engañar a la opinión pública con el apoyo de recursos financieros casi ilimitados.
Conclusión
Mientras que una causa justa gana un amplio apoyo para su campeón, una injusta condena a su perseguidor a ser un paria. Las prácticas hegemónicas, dominantes y de intimidación de usar la fuerza para intimidar a los débiles, tomar de otros por la fuerza y el subterfugio y jugar juegos de suma cero están causando un daño grave. Las tendencias históricas de paz, desarrollo, cooperación y beneficio mutuo son imparables. Estados Unidos ha estado anulando la verdad con su poder y pisoteando la justicia para servir a sus propios intereses. Estas prácticas hegemónicas unilaterales, egoístas y regresivas han suscitado crecientes e intensas críticas y oposición de la comunidad internacional.
Los países deben respetarse y tratarse como iguales. Los países grandes deben comportarse de manera acorde con su estatus y tomar la iniciativa en la búsqueda de un nuevo modelo de relaciones de Estado a Estado caracterizado por el diálogo y la asociación, no por la confrontación o la alianza. China se opone a todas las formas de hegemonismo y política de poder, y rechaza la injerencia en los asuntos internos de otros países. Estados Unidos debe realizar un serio examen de conciencia. Debe examinar críticamente lo que ha hecho, dejar de lado su arrogancia y prejuicio, y abandonar sus prácticas hegemónicas, dominantes y de intimidación.
El Centro de Salvamento y Buceo de la Marina de los EE. UU. se encuentra en un lugar tan oscuro como su nombre, en lo que alguna vez fue un camino rural en la zona rural de la ciudad de Panamá, una ciudad turística que ahora está en auge en el extremo suroeste de Florida, 70 millas al sur de Alabama. borde. El complejo del centro es tan anodino como su ubicación: una monótona estructura de hormigón posterior a la Segunda Guerra Mundial que tiene el aspecto de una escuela secundaria vocacional en el lado oeste de Chicago. Una lavandería que funciona con monedas y una escuela de baile se encuentran al otro lado de lo que ahora es una calle de cuatro carriles.
El centro ha estado entrenando buzos de aguas profundas altamente calificados durante décadas que, una vez asignados a las unidades militares estadounidenses en todo el mundo, son capaces de realizar buceo técnico para hacer el bien, utilizando explosivos C4 para limpiar puertos y playas de escombros y artefactos explosivos sin detonar, así como los malos, como volar plataformas petroleras extranjeras, obstruir las válvulas de admisión de las centrales eléctricas submarinas, destruir las esclusas de canales de navegación cruciales. El centro de la ciudad de Panamá, que cuenta con la segunda piscina cubierta más grande de América, fue el lugar perfecto para reclutar a los mejores y más taciturnos graduados de la escuela de buceo que lograron con éxito el verano pasado lo que tenían autorizado a hacer a 260 pies bajo la superficie. del Mar Báltico.
En junio pasado, los buzos de la Marina, que operaban bajo la cobertura de un ejercicio de la OTAN de mediados de verano ampliamente publicitado conocido como BALTOPS 22 , colocaron los explosivos activados de forma remota que, tres meses después, destruyeron tres de los cuatro oleoductos Nord Stream, según una fuente con conocimiento directo de la planificación operativa.
Dos de los gasoductos, que se conocían colectivamente como Nord Stream 1, habían estado proporcionando a Alemania y gran parte de Europa occidental gas natural ruso barato durante más de una década. Se había construido un segundo par de tuberías, llamadas Nord Stream 2, pero aún no estaban operativas. Ahora, con las tropas rusas reunidas en la frontera con Ucrania y la guerra más sangrienta en Europa desde 1945 a la vista, el presidente Joseph Biden vio los oleoductos como un vehículo para que Vladimir Putin usara el gas natural como arma para sus ambiciones políticas y territoriales.
Cuando se le pidió un comentario, Adrienne Watson, una portavoz de la Casa Blanca, dijo en un correo electrónico: “Esto es una ficción falsa y completa”. Tammy Thorp, portavoz de la Agencia Central de Inteligencia, escribió de manera similar: “Esta afirmación es total y absolutamente falsa”.
La decisión de Biden de sabotear los oleoductos se produjo después de más de nueve meses de debates altamente secretos dentro de la comunidad de seguridad nacional de Washington sobre la mejor manera de lograr ese objetivo. Durante gran parte de ese tiempo, el problema no era si hacer la misión, sino cómo hacerla sin tener una idea clara de quién era el responsable.
Había una razón burocrática vital para confiar en los graduados de la escuela de buceo hardcore del centro en la ciudad de Panamá. Los buzos eran solo de la Marina, y no miembros del Comando de Fuerzas Especiales de Estados Unidos, cuyas operaciones encubiertas deben informarse al Congreso e informarse con anticipación a los líderes del Senado y la Cámara, la llamada Banda de los Ocho . La Administración Biden estaba haciendo todo lo posible para evitar filtraciones, ya que la planificación se llevó a cabo a fines de 2021 y en los primeros meses de 2022.
El presidente Biden y su equipo de política exterior —el asesor de seguridad nacional Jake Sullivan, el secretario de Estado Tony Blinken y Victoria Nuland, la subsecretaria de Estado para Políticas— expresaron su hostilidad hacia los dos oleoductos, que funcionaron uno al lado del otro durante 750 millas bajo el Mar Báltico desde dos puertos diferentes en el noreste de Rusia cerca de la frontera con Estonia, pasando cerca de la isla danesa de Bornholm antes de terminar en el norte de Alemania.
La ruta directa, que eludió cualquier necesidad de transitar por Ucrania, había sido una bendición para la economía alemana, que disfrutó de una abundancia de gas natural ruso barato, suficiente para hacer funcionar sus fábricas y calentar sus hogares, al tiempo que permitía a los distribuidores alemanes vender el exceso de gas, a un precio razonable. un beneficio, en toda Europa occidental. Una acción que podría atribuirse a la administración violaría las promesas de EE. UU. de minimizar el conflicto directo con Rusia. El secreto era esencial.
Desde sus primeros días, Washington y sus socios antirrusos de la OTAN vieron Nord Stream 1 como una amenaza para el dominio occidental. El holding detrás de esto, Nord Stream AG, se incorporó en Suiza en 2005 en sociedad con Gazprom, una empresa rusa que cotiza en bolsa que produce enormes ganancias para los accionistas y que está dominada por oligarcas que se sabe que están esclavizados por Putin. Gazprom controlaba el 51 por ciento de la empresa, con cuatro empresas energéticas europeas, una en Francia, una en los Países Bajos y dos en Alemania, que compartían el 49 por ciento restante de las acciones y tenían derecho a controlar las ventas posteriores del gas natural de bajo costo a locales. distribuidores en Alemania y Europa Occidental. Las ganancias de Gazprom se compartieron con el gobierno ruso, y se estimó que los ingresos estatales de gas y petróleo en algunos años ascenderían hasta el 45 por ciento del presupuesto anual de Rusia.
Los temores políticos de Estados Unidos eran reales: Putin ahora tendría una importante fuente de ingresos adicional y muy necesaria, y Alemania y el resto de Europa occidental se volverían adictos al gas natural de bajo costo suministrado por Rusia, al tiempo que disminuiría la dependencia europea de Estados Unidos. De hecho, eso es exactamente lo que sucedió. Muchos alemanes vieron Nord Stream 1 como parte de la liberación de la famosa teoría Ostpolitik del ex canciller Willy Brandt , que permitiría a la Alemania de la posguerra rehabilitarse a sí misma y a otras naciones europeas destruidas en la Segunda Guerra Mundial, entre otras iniciativas, utilizando gas ruso barato para alimentar un próspera economía comercial y de mercado de Europa Occidental.
Nord Stream 1 era lo suficientemente peligroso, en opinión de la OTAN y Washington, pero Nord Stream 2, cuya construcción se completó en septiembre de 2021 , si los reguladores alemanes lo aprueban, duplicaría la cantidad de gas barato que estaría disponible para Alemania y Europa Oriental. El segundo gasoducto también proporcionaría suficiente gas para más del 50 por ciento del consumo anual de Alemania. Las tensiones aumentaban constantemente entre Rusia y la OTAN, respaldadas por la política exterior agresiva de la Administración Biden.
La oposición a Nord Stream 2 estalló en la víspera de la toma de posesión de Biden en enero de 2021, cuando los republicanos del Senado, encabezados por Ted Cruz de Texas, plantearon repetidamente la amenaza política del gas natural ruso barato durante la audiencia de confirmación de Blinken como Secretario de Estado. Para entonces, un Senado unificado había aprobado con éxito una ley que, como dijo Cruz a Blinken, “detuvo [el oleoducto] en seco”. Habría una enorme presión política y económica por parte del gobierno alemán, entonces encabezado por Angela Merkel, para poner en funcionamiento el segundo oleoducto.
¿Biden se enfrentaría a los alemanes? Blinken dijo que sí, pero agregó que no había discutido los puntos de vista específicos del presidente entrante. “Conozco su fuerte convicción de que esto es una mala idea, el Nord Stream 2”, dijo. “Sé que nos haría usar todas las herramientas persuasivas que tenemos para convencer a nuestros amigos y socios, incluida Alemania, de que no sigan adelante”.
Unos meses más tarde, cuando la construcción del segundo oleoducto estaba casi terminada, Biden parpadeó. Ese mayo, en un cambio sorprendente , la administración renunció a las sanciones contra Nord Stream AG, y un funcionario del Departamento de Estado admitió que tratar de detener el oleoducto a través de sanciones y diplomacia “siempre había sido una posibilidad remota”. Detrás de escena, los funcionarios de la administración supuestamente instaron al presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, que para entonces enfrentaba una amenaza de invasión rusa, a no criticar la medida.
Hubo consecuencias inmediatas. Los republicanos del Senado, encabezados por Cruz, anunciaron un bloqueo inmediato de todos los candidatos de política exterior de Biden y retrasaron la aprobación del proyecto de ley anual de defensa durante meses, hasta bien entrado el otoño. Más tarde , Politico describió el giro de Biden en el segundo oleoducto ruso como “la única decisión, posiblemente más que la caótica retirada militar de Afganistán, que ha puesto en peligro la agenda de Biden”.
La administración se tambaleaba, a pesar de obtener un respiro de la crisis a mediados de noviembre, cuando los reguladores de energía de Alemania suspendieron la aprobación del segundo gasoducto Nord Stream. Los precios del gas natural aumentaron un 8 % en cuestión de días , en medio de los crecientes temores en Alemania y Europa de que la suspensión del gasoducto y la creciente posibilidad de una guerra entre Rusia y Ucrania conducirían a un invierno frío muy no deseado. Washington no tenía claro cuál era la posición de Olaf Scholz, el recién nombrado canciller de Alemania. Meses antes, después de la caída de Afganistán, Scholtz había respaldado públicamente el llamado del presidente francés Emmanuel Macron a una política exterior europea más autónoma en un discurso en Praga, lo que claramente sugería menos confianza en Washington y sus acciones volubles.
A lo largo de todo esto, las tropas rusas se habían ido acumulando de manera constante y siniestra en las fronteras de Ucrania y, a finales de diciembre, más de 100.000 soldados estaban en posición de atacar desde Bielorrusia y Crimea. La alarma crecía en Washington, incluida una evaluación de Blinken de que ese número de tropas podría “duplicarse en poco tiempo”.
La atención de la administración se centró una vez más en Nord Stream. Mientras Europa siguiera dependiendo de los oleoductos para obtener gas natural barato, Washington temía que países como Alemania fueran reacios a suministrar a Ucrania el dinero y las armas que necesitaba para derrotar a Rusia.
Fue en este momento inestable que Biden autorizó a Jake Sullivan a reunir a un grupo interinstitucional para idear un plan.
Todas las opciones estaban sobre la mesa. Pero sólo uno saldría.
PLANIFICACIÓN
En diciembre de 2021, dos meses antes de que los primeros tanques rusos entraran en Ucrania, Jake Sullivan convocó una reunión de un grupo de trabajo recién formado (hombres y mujeres del Estado Mayor Conjunto, la CIA y los Departamentos de Estado y del Tesoro) y preguntó para recomendaciones sobre cómo responder a la inminente invasión de Putin.
Sería la primera de una serie de reuniones de alto secreto, en una sala segura en un piso superior del Antiguo Edificio de Oficinas Ejecutivas, adyacente a la Casa Blanca, que también fue el hogar de la Junta Asesora de Inteligencia Extranjera del Presidente (PFIAB) . Hubo la charla habitual de ida y vuelta que finalmente condujo a una pregunta preliminar crucial: ¿La recomendación enviada por el grupo al presidente sería reversible, como otra capa de sanciones y restricciones monetarias, o irreversible, es decir, acciones cinéticas, que no se puede deshacer?
Lo que quedó claro para los participantes, según la fuente con conocimiento directo del proceso, es que Sullivan tenía la intención de que el grupo presentara un plan para la destrucción de los dos oleoductos Nord Stream, y que estaba cumpliendo con los deseos de los Presidente.
Durante las próximas reuniones, los participantes debatieron opciones para un ataque. La Marina propuso utilizar un submarino recién comisionado para asaltar el oleoducto directamente. La Fuerza Aérea discutió el lanzamiento de bombas con fusibles retardados que podrían activarse de forma remota. La CIA argumentó que cualquier cosa que se hiciera, tendría que ser encubierta. Todos los involucrados entendieron lo que estaba en juego. “Esto no es cosa de niños”, dijo la fuente. Si el ataque fuera rastreable hasta Estados Unidos, “es un acto de guerra”.
En ese momento, la CIA estaba dirigida por William Burns, un exembajador en Rusia de buenos modales que se había desempeñado como subsecretario de Estado en la administración Obama. Burns autorizó rápidamente un grupo de trabajo de la Agencia cuyos miembros ad hoc incluían, por casualidad, a alguien que estaba familiarizado con las capacidades de los buzos de aguas profundas de la Armada en la Ciudad de Panamá. Durante las próximas semanas, los miembros del grupo de trabajo de la CIA comenzaron a elaborar un plan para una operación encubierta que utilizaría buzos de aguas profundas para provocar una explosión a lo largo del oleoducto.
Algo así se había hecho antes. En 1971, la comunidad de inteligencia estadounidense se enteró de fuentes aún no reveladas que dos unidades importantes de la Armada rusa se comunicaban a través de un cable submarino enterrado en el Mar de Okhotsk, en la costa del Lejano Oriente de Rusia. El cable vinculaba un comando regional de la Armada con el cuartel general continental en Vladivostok.
Un equipo cuidadosamente seleccionado de agentes de la Agencia Central de Inteligencia y la Agencia de Seguridad Nacional se reunió en algún lugar del área de Washington, bajo una cubierta profunda, y elaboró un plan, utilizando buzos de la Armada, submarinos modificados y un vehículo de rescate submarino profundo, que tuvo éxito, después de mucho ensayo y error, en la localización del cable ruso. Los buzos colocaron un sofisticado dispositivo de escucha en el cable que interceptó con éxito el tráfico ruso y lo registró en un sistema de grabación.
La NSA se enteró de que altos oficiales de la marina rusa, convencidos de la seguridad de su enlace de comunicación, charlaban con sus compañeros sin encriptación. El dispositivo de grabación y su cinta tuvieron que ser reemplazados mensualmente y el proyecto siguió adelante alegremente durante una década hasta que se vio comprometido por un técnico civil de la NSA de cuarenta y cuatro años llamado Ronald Pelton que hablaba ruso con fluidez. Pelton fue traicionado por un desertor ruso en 1985 y condenado a prisión. Los rusos le pagaron solo $ 5,000 por sus revelaciones sobre la operación, junto con $ 35,000 por otros datos operativos rusos que proporcionó y que nunca se hicieron públicos.
Ese éxito submarino, cuyo nombre en código es Ivy Bells, fue innovador y arriesgado, y produjo inteligencia invaluable sobre las intenciones y la planificación de la Armada rusa.
Aún así, el grupo interinstitucional inicialmente se mostró escéptico sobre el entusiasmo de la CIA por un ataque encubierto en aguas profundas. Había demasiadas preguntas sin respuesta. Las aguas del mar Báltico estaban fuertemente patrulladas por la armada rusa y no había plataformas petrolíferas que pudieran usarse como cobertura para una operación de buceo. ¿Tendrían que ir los buzos a Estonia, justo al otro lado de la frontera de los muelles de carga de gas natural de Rusia, para entrenarse para la misión? “Sería una mierda de cabra”, le dijeron a la Agencia.
A lo largo de “todas estas intrigas”, dijo la fuente, “algunos trabajadores de la CIA y del Departamento de Estado decían: ‘No hagas esto. Es estúpido y será una pesadilla política si sale a la luz’”.
Sin embargo, a principios de 2022, el grupo de trabajo de la CIA informó al grupo interinstitucional de Sullivan: “Tenemos una forma de volar los oleoductos”.
Lo que vino después fue impresionante. El 7 de febrero, menos de tres semanas antes de la aparentemente inevitable invasión rusa de Ucrania, Biden se reunió en su oficina de la Casa Blanca con el canciller alemán Olaf Scholz, quien, después de algunos vacilaciones, ahora estaba firmemente en el equipo estadounidense. En la conferencia de prensa que siguió, Biden dijo desafiante: “ Si Rusia invade. . . ya no habrá un Nord Stream 2. Le pondremos fin ”.
Veinte días antes, el subsecretario Nuland había entregado esencialmente el mismo mensaje en una sesión informativa del Departamento de Estado, con poca cobertura de prensa. “Quiero ser muy clara con ustedes hoy”, dijo en respuesta a una pregunta. “Si Rusia invade Ucrania, de una forma u otra Nord Stream 2 no avanzará ”.
Varios de los involucrados en la planificación de la misión del oleoducto quedaron consternados por lo que vieron como referencias indirectas al ataque.
“Fue como poner una bomba atómica en el suelo de Tokio y decirles a los japoneses que la vamos a detonar”, dijo la fuente. “El plan era que las opciones se ejecutaran después de la invasión y no se anunciaran públicamente. Biden simplemente no lo entendió o lo ignoró”.
La indiscreción de Biden y Nuland, si eso es lo que fue, podría haber frustrado a algunos de los planificadores. Pero también creó una oportunidad. Según la fuente, algunos de los altos funcionarios de la CIA determinaron que volar el oleoducto “ya no podía considerarse una opción encubierta porque el presidente acaba de anunciar que sabíamos cómo hacerlo”.
El plan para hacer estallar Nord Stream 1 y 2 fue repentinamente degradado de una operación encubierta que requería que se informara al Congreso a una que se consideró como una operación de inteligencia altamente clasificada con apoyo militar de EE. UU. Según la ley, explicó la fuente, “ya no existía el requisito legal de informar la operación al Congreso. Todo lo que tenían que hacer ahora era simplemente hacerlo, pero aún así tenía que ser secreto. Los rusos tienen una vigilancia superlativa del Mar Báltico”.
Los miembros del grupo de trabajo de la Agencia no tenían contacto directo con la Casa Blanca y estaban ansiosos por saber si el presidente quería decir lo que había dicho, es decir, si la misión estaba ahora en marcha. La fuente recordó: “Bill Burns regresa y dice: ‘Hazlo'”.
LA OPERACION
Noruega fue el lugar perfecto para la base de la misión.
En los últimos años de la crisis Este-Oeste, el ejército estadounidense ha ampliado enormemente su presencia dentro de Noruega, cuya frontera occidental se extiende a lo largo de 1.400 millas a lo largo del Océano Atlántico norte y se fusiona con Rusia sobre el Círculo Polar Ártico. El Pentágono ha creado empleos y contratos bien remunerados, en medio de cierta controversia local, al invertir cientos de millones de dólares para mejorar y expandir las instalaciones de la Armada y la Fuerza Aérea estadounidenses en Noruega. Los nuevos trabajos incluían, lo que es más importante, un radar avanzado de apertura sintética en el norte que era capaz de penetrar profundamente en Rusia y se puso en línea justo cuando la comunidad de inteligencia estadounidense perdió el acceso a una serie de sitios de escucha de largo alcance dentro de China.
Una base de submarinos estadounidense recientemente renovada, que había estado en construcción durante años, entró en funcionamiento y ahora más submarinos estadounidenses pueden trabajar en estrecha colaboración con sus colegas noruegos para monitorear y espiar un importante reducto nuclear ruso a 250 millas al este, en el Península de Kola. Estados Unidos también ha ampliado enormemente una base aérea noruega en el norte y entregó a la fuerza aérea noruega una flota de aviones de patrulla P8 Poseidon construidos por Boeing para reforzar su espionaje de largo alcance en todo lo relacionado con Rusia.
A cambio, el gobierno noruego enfureció a los liberales y algunos moderados en su parlamento en noviembre pasado al aprobar el Acuerdo de Cooperación de Defensa Suplementario (SDCA). Según el nuevo acuerdo, el sistema legal estadounidense tendría jurisdicción en ciertas “áreas acordadas ” en el norte sobre los soldados estadounidenses acusados de delitos fuera de la base, así como sobre los ciudadanos noruegos acusados o sospechosos de interferir con el trabajo en la base.
Noruega fue uno de los signatarios originales del Tratado de la OTAN en 1949, en los primeros días de la Guerra Fría. Hoy, el comandante supremo de la OTAN es Jens Stoltenberg, un anticomunista comprometido, que se desempeñó como primer ministro de Noruega durante ocho años antes de pasar a su alto puesto en la OTAN, con el respaldo de Estados Unidos, en 2014. Era de línea dura en todo lo relacionado con Putin y Rusia, que había cooperado con la comunidad de inteligencia estadounidense desde la guerra de Vietnam. Se ha confiado en él completamente desde entonces. “Él es el guante que se adapta a la mano estadounidense”, dijo la fuente.
De vuelta en Washington, los planificadores sabían que tenían que ir a Noruega. “Odiaban a los rusos, y la armada noruega estaba llena de magníficos marineros y buzos que tenían generaciones de experiencia en la exploración altamente rentable de petróleo y gas en aguas profundas”, dijo la fuente. También se podía confiar en ellos para mantener la misión en secreto. (Los noruegos también pueden haber tenido otros intereses. La destrucción de Nord Stream, si los estadounidenses pudieran lograrlo, permitiría a Noruega vender mucho más de su propio gas natural a Europa).
En algún momento de marzo, algunos miembros del equipo volaron a Noruega para reunirse con el Servicio Secreto y la Armada de Noruega. Una de las preguntas clave era dónde exactamente en el Mar Báltico era el mejor lugar para colocar los explosivos. Nord Stream 1 y 2, cada uno con dos conjuntos de tuberías, estaban separados en gran parte por poco más de una milla mientras se dirigían al puerto de Greifswald en el extremo noreste de Alemania.
La armada noruega no tardó en encontrar el lugar adecuado, en las aguas poco profundas del mar Báltico, a unas pocas millas de la isla de Bornholm en Dinamarca. Los oleoductos se extendían a más de una milla de distancia a lo largo de un fondo marino que tenía solo 260 pies de profundidad. Eso estaría dentro del alcance de los buzos, quienes, operando desde un cazaminas de clase Alta noruego, bucearían con una mezcla de oxígeno, nitrógeno y helio saliendo de sus tanques, y colocarían cargas de C4 en forma de planta en las cuatro tuberías con protección de concreto. cubre Sería un trabajo tedioso, lento y peligroso, pero las aguas de Bornholm tenían otra ventaja: no había grandes corrientes de marea, lo que habría dificultado mucho la tarea de bucear.
Después de un poco de investigación, los estadounidenses estaban todos adentro.
En este punto, el oscuro grupo de buceo profundo de la Marina en la ciudad de Panamá entró en juego una vez más. Las escuelas de aguas profundas en la Ciudad de Panamá, cuyos alumnos participaron en Ivy Bells, son vistas como un remanso no deseado por los graduados de élite de la Academia Naval en Annapolis, quienes generalmente buscan la gloria de ser asignados como Seal, piloto de combate o submarinista. . Si uno debe convertirse en un “zapato negro”, es decir, un miembro del mando de la nave de superficie menos deseable, siempre hay al menos un deber en un destructor, crucero o barco anfibio. La menos glamorosa de todas es la guerra de minas. Sus buzos nunca aparecen en las películas de Hollywood, ni en la portada de revistas populares.
“Los mejores buzos con calificaciones de buceo profundo son una comunidad compacta, y solo los mejores son reclutados para la operación y se les dice que estén preparados para ser llamados a la CIA en Washington”, dijo la fuente.
Los noruegos y los estadounidenses tenían una ubicación y los operativos, pero había otra preocupación: cualquier actividad submarina inusual en las aguas de Bornholm podría llamar la atención de las armadas sueca o danesa, que podrían informarla.
Dinamarca también había sido uno de los signatarios originales de la OTAN y era conocida en la comunidad de inteligencia por sus vínculos especiales con el Reino Unido. Suecia había solicitado ser miembro de la OTAN y había demostrado su gran habilidad en el manejo de sus sistemas de sensores magnéticos y de sonido submarinos que rastreaban con éxito los submarinos rusos que ocasionalmente aparecían en aguas remotas del archipiélago sueco y se veían obligados a salir a la superficie.
Los noruegos se unieron a los estadounidenses para insistir en que algunos altos funcionarios de Dinamarca y Suecia debían ser informados en términos generales sobre la posible actividad de buceo en la zona. De esa forma, alguien superior podría intervenir y mantener un informe fuera de la cadena de mando, aislando así la operación del oleoducto. “Lo que les dijeron y lo que sabían era diferente a propósito”, me dijo la fuente. (La embajada noruega, a la que se le pidió que comentara sobre esta historia, no respondió).
Los noruegos fueron clave para resolver otros obstáculos. Se sabía que la armada rusa poseía tecnología de vigilancia capaz de detectar y activar minas submarinas. Los artefactos explosivos estadounidenses debían camuflarse de manera que parecieran ante el sistema ruso como parte del fondo natural, algo que requería adaptarse a la salinidad específica del agua. Los noruegos tenían una solución.
Los noruegos también tenían una solución a la cuestión crucial de cuándo debería llevarse a cabo la operación. Cada junio, durante los últimos 21 años, la Sexta Flota estadounidense, cuyo buque insignia tiene su sede en Gaeta, Italia, al sur de Roma, ha patrocinado un importante ejercicio de la OTAN en el Mar Báltico en el que participaron decenas de barcos aliados de toda la región. El ejercicio actual, realizado en junio, se conocería como Baltic Operations 22 o BALTOPS 22 . Los noruegos propusieron que esta sería la cubierta ideal para plantar las minas.
Los estadounidenses proporcionaron un elemento vital: convencieron a los planificadores de la Sexta Flota para que agregaran un ejercicio de investigación y desarrollo al programa. El ejercicio, como lo hizo público la Marina , involucró a la Sexta Flota en colaboración con los “centros de investigación y guerra” de la Marina. El evento en el mar se llevaría a cabo frente a la costa de la isla de Bornholm e involucraría a equipos de buzos de la OTAN que plantarían minas, con equipos competidores que utilizarían la última tecnología submarina para encontrarlas y destruirlas.
Era a la vez un ejercicio útil y una tapadera ingeniosa. Los muchachos de la ciudad de Panamá harían lo suyo y los explosivos C4 estarían en su lugar al final de BALTOPS22, con un temporizador de 48 horas adjunto. Todos los estadounidenses y noruegos se habrían ido hace mucho tiempo con la primera explosión.
Los días estaban contando. “El tiempo corría y nos acercábamos a la misión cumplida”, dijo la fuente.
Y entonces: Washington tuvo dudas. Las bombas aún se colocarían durante BALTOPS, pero a la Casa Blanca le preocupaba que la ventana de dos días para su detonación estuviera demasiado cerca del final del ejercicio, y sería obvio que Estados Unidos había estado involucrado.
En cambio, la Casa Blanca tenía una nueva solicitud: “¿Pueden los muchachos en el campo encontrar alguna forma de volar las tuberías más tarde cuando se les ordene?”
Algunos miembros del equipo de planificación estaban enojados y frustrados por la aparente indecisión del presidente. Los buzos de la ciudad de Panamá habían practicado repetidamente la colocación del C4 en tuberías, como lo harían durante BALTOPS, pero ahora el equipo de Noruega tenía que idear una manera de darle a Biden lo que quería: la capacidad de emitir una orden de ejecución exitosa a la vez. de su elección.
Encargarse de un cambio arbitrario de última hora era algo que la CIA estaba acostumbrada a manejar. Pero también renovó las preocupaciones que algunos compartían sobre la necesidad y la legalidad de toda la operación.
Las órdenes secretas del presidente también evocaron el dilema de la CIA en los días de la guerra de Vietnam, cuando el presidente Johnson, confrontado por un creciente sentimiento contra la guerra de Vietnam, ordenó a la agencia que violara sus estatutos, que específicamente le prohibían operar dentro de Estados Unidos, espiando a los líderes contra la guerra. para determinar si estaban siendo controlados por la Rusia comunista.
La agencia finalmente accedió y, a lo largo de la década de 1970, quedó claro hasta dónde había estado dispuesta a llegar. Hubo revelaciones posteriores en los periódicos después de los escándalos de Watergate sobre el espionaje de la Agencia a ciudadanos estadounidenses, su participación en el asesinato de líderes extranjeros y su socavación del gobierno socialista de Salvador Allende.
Esas revelaciones llevaron a una serie dramática de audiencias a mediados de la década de 1970 en el Senado, dirigida por Frank Church de Idaho, que dejó en claro que Richard Helms, el director de la Agencia en ese momento, aceptó que tenía la obligación de hacer lo que el Presidente quería, incluso si eso significaba violar la ley.
En un testimonio inédito a puerta cerrada, Helms explicó con pesar que “casi tienes una Inmaculada Concepción cuando haces algo” bajo órdenes secretas de un presidente. “Ya sea que esté bien que lo tengas, o que esté mal que lo tengas, [la CIA] trabaja bajo diferentes reglas y reglas básicas que cualquier otra parte del gobierno”. Básicamente, les estaba diciendo a los senadores que él, como jefe de la CIA, entendía que había estado trabajando para la Corona, y no para la Constitución.
Los estadounidenses que trabajaban en Noruega operaron bajo la misma dinámica y diligentemente comenzaron a trabajar en el nuevo problema: cómo detonar de forma remota los explosivos C4 por orden de Biden. Era una tarea mucho más exigente de lo que entendían los de Washington. No había forma de que el equipo en Noruega supiera cuándo el presidente podría presionar el botón. ¿Sería en unas pocas semanas, en muchos meses o en medio año o más?
El C4 conectado a las tuberías sería activado por una boya de sonar lanzada por un avión con poca antelación, pero el procedimiento involucró la tecnología de procesamiento de señales más avanzada. Una vez instalados, los dispositivos de temporización retrasados conectados a cualquiera de los cuatro oleoductos podrían activarse accidentalmente debido a la compleja combinación de ruidos de fondo del océano en todo el mar Báltico, que está muy transitado: barcos cercanos y distantes, perforaciones submarinas, eventos sísmicos, olas e incluso mar. criaturas Para evitar esto, la boya de sonar, una vez colocada, emitiría una secuencia de sonidos tonales únicos de baja frecuencia, muy parecidos a los emitidos por una flauta o un piano, que serían reconocidos por el dispositivo de tiempo y, después de unas horas preestablecidas. de retraso, disparar los explosivos.
El 26 de septiembre de 2022, un avión de vigilancia P8 de la Armada de Noruega realizó un vuelo aparentemente de rutina y dejó caer una boya de sonar. La señal se extendió bajo el agua, inicialmente a Nord Stream 2 y luego a Nord Stream 1. Unas horas más tarde, se activaron los explosivos C4 de alta potencia y tres de las cuatro tuberías quedaron fuera de servicio. En unos pocos minutos, los charcos de gas metano que permanecían en las tuberías cerradas se podían ver extendiéndose en la superficie del agua y el mundo se enteró de que algo irreversible había sucedido.
CAER
Inmediatamente después del bombardeo del oleoducto, los medios estadounidenses lo trataron como un misterio sin resolver. Rusia fue repetidamente citada como probable culpable , impulsada por filtraciones calculadas de la Casa Blanca, pero sin nunca establecer un motivo claro para tal acto de autosabotaje, más allá de la simple retribución. Unos meses más tarde, cuando se supo que las autoridades rusas habían estado obteniendo discretamente estimaciones del costo de reparación de los oleoductos, el New York Times describió la noticia como “teorías complicadas sobre quién estaba detrás” del ataque. Ningún periódico estadounidense importante profundizó en las amenazas anteriores a los oleoductos hechas por Biden y el subsecretario de Estado Nuland.
Si bien nunca estuvo claro por qué Rusia buscaría destruir su propio oleoducto lucrativo, una justificación más reveladora para la acción del presidente provino del secretario de Estado Blinken.
Cuando se le preguntó en una conferencia de prensa en septiembre pasado sobre las consecuencias del empeoramiento de la crisis energética en Europa Occidental, Blinken describió el momento como potencialmente bueno:
“Es una gran oportunidad para eliminar de una vez por todas la dependencia de la energía rusa y así quitarle a Vladimir Putin el uso de armas como medio para avanzar en sus diseños imperiales. Eso es muy significativo y ofrece una gran oportunidad estratégica para los años venideros, pero mientras tanto estamos decididos a hacer todo lo posible para asegurarnos de que las consecuencias de todo esto no recaigan sobre los ciudadanos de nuestros países o, para el caso, alrededor del mundo.”
Más recientemente, Victoria Nuland expresó su satisfacción por la desaparición del más nuevo de los oleoductos. Al testificar en una audiencia del Comité de Relaciones Exteriores del Senado a fines de enero, le dijo al Senador Ted Cruz: “Al igual que usted, estoy, y creo que la Administración está muy satisfecha de saber que Nord Stream 2 es ahora, como le gusta decir, un trozo de metal en el fondo del mar.”
La fuente tenía una visión mucho más callejera de la decisión de Biden de sabotear más de 1500 millas del oleoducto Gazprom a medida que se acercaba el invierno. “Bueno”, dijo, hablando del presidente, “debo admitir que el tipo tiene un par de cojones. Dijo que lo iba a hacer y lo hizo”.
Cuando se le preguntó por qué pensaba que los rusos no respondieron, dijo cínicamente: “Tal vez quieren la capacidad de hacer las mismas cosas que hizo Estados Unidos.
“Fue una hermosa historia de portada”, continuó. “Detrás había una operación encubierta que colocó expertos en el campo y equipos que operaban con una señal encubierta.